Los inicios del béisbol
“Porque ¿de qué le aprovechará al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma?” (Marcos 8:36, RVR 95).
El béisbol ha sido llamado, tradicionalmente, el pasatiempo favorito de los Estados Unidos, en especial para las personas mayores. Tal vez sea porque ha existido durante mucho tiempo. En este día, en 1900, se creó la Liga Americana de Béisbol en Filadelfia, Pensilvania. Antiguamente, la liga contaba con solo ocho equipos pero, luego de cien años, se ha expandido hasta contar con treinta equipos de las grandes ligas. Algunos de los equipos originales que siguen existiendo hoy son los Tigers de Detroit, los White Sox de Chicago y los Orioles de Baltimore.
Muchos jugadores de béisbol han alcanzado el estrellato mientras corrían por esas bases; jugadores como Babe Ruth, Lou Gehrig, Ted Williams, Pete Rose, Reggie Jackson, Jackie Robinson, Ken Griffey Jr., Barry Bonds, Hank Aaron, Joe DiMaggio y Alex Rodríguez. Es un juego muy complicado. Algunos dicen que tiene más reglas que cualquier otro deporte en los Estados Unidos hoy en día. Puede ser pero, básicamente, sigue siendo un juego de niños.
En este deporte, se enfrentan dos equipos de nueve jugadores cada uno. Un jugador lanza una pelota y otro la golpea con un bate. Luego, la persona que ha golpeado la pelota corre en círculo mientras los demás jugadores intentan atrapar la pelota y marcar al corredor. Parece una tontería cuando lo decimos así, ¿verdad? Hoy en día, muchos jugadores de béisbol cobran millones de dólares por no hacer nada más que jugar. El contrato mejor pagado hasta la fecha en que escribo esta lectura devocional (2009) es de 33 millones de dólares al año, y algunos afirman que el jugador llegó adonde está tomando esteroides. Sin embargo, por muy grande que parezca ese salario, Mike Trout pronto romperá todos los récords de salarios en el béisbol cuando firme un contrato por 500 millones de dólares.
La mayoría de los jugadores de béisbol juegan con honestidad e integridad, pero este deporte, al igual que otros, es extremadamente competitivo; y la diferencia entre ganar y perder puede estar tan solo en un swing ligeramente más fuerte, un salto más explosivo al robar una base o una bola rápida más veloz. Esto crea una elección para estos héroes uniformados.
¿Deben mantenerse centrados en su objetivo de ser lo mejor que pueden ser, honestamente, o tomar la ruta “más fácil”, cargada de inconvenientes ocultos y destructivos? La mayoría elige el camino noble, pero otros han optado por hacer trampas, inyectarse esteroides para mejorar el rendimiento, y comprometer su integridad, su salud y su futuro inmediato y lejano, mientras se dan mala fama a sí mismos y al juego. No hay nada más lamentable que un héroe caído.