Viernes 24 de Marzo de 2023 | Matutina para Jóvenes | Ese

Ese

No tomarás el nombre de Jehová, tu Dios, en vano, porque no dará por inocente Jehová al que tome su nombre en vano. Éxodo 20:7.

Desde pequeños hemos aprendido a respetar el nombre de Dios porque es algo relevante. Los judíos se tomaban esta propuesta tan en serio que nunca mencionaban su nombre. En la cristiandad, la blasfemia era castigada con penas graves. Si alguien afirmaba que Dios no es justo, o lo maldecía, o mencionaba su nombre con ira o desprecio, podía acabar, como mínimo, con la lengua perforada. Sobre este tema no tenemos dudas, pero ¿hay otras formas de banalizar el nombre de Jehová? Sí, las hay y son más comunes de lo que parece.

Cuando deseamos alejar a una persona de nuestra vida, inconscientemente dejamos de mencionar su nombre y empleamos otras palabras que le hacen referencia, pero sin personalizar. Un ejemplo, nos hemos sentido heridos por algo que nos ha hecho alguien y decimos: “Él es quien me lo hizo”, “¿Vas a hablar con ese?”, “Yo, a ese no le hablo”. En ningún momento decimos su nombre. Observo que con el nombre de Dios pasa eso a menudo. Empleamos fórmulas aparentemente religiosas pero que desplazan al Dios personal de nuestra vida. Detente en las letras de muchas canciones religiosas actuales y verás que sucede a menudo.

No sé si te ha sucedido. Estás junto a unos amigos y hablan de ti como si no estuvieras. Es bastante incómodo. En multitud de ocasiones hablamos de Dios como si no estuviera delante, como si no compartiera el momento con nosotros. Entiendo que se debe de sentir muy incómodo y quiera decir: “¿Qué pasa? Estoy aquí, soy Jehová”. Una variante de esta situación es hablar de Dios como si fuese un concepto abstracto o una cosa. El famoso pensador Martin Buber decía que nos relacionamos con el Señor como si fuera “eso”, un objeto, y que debiéramos dialogar con él como “tú”, una persona. ¡Qué concepto tan hermoso!

La que me resulta más molesta es la que tiene que ver con la pomposidad cuando le hablamos en público. Hay oraciones a Dios que no son pronunciadas para él sino para los miembros de la Real Academia de la Lengua. Frases artificiales, exageradamente rimbombantes, que solo afectan a nuestro ego. Así no se le habla a alguien a quien queremos. Eso es superficial.

Dios es una Persona (Jehová es su nombre de pila) que quiere una relación cercana con nosotros (no dice “el Dios” sino “tu Dios”) y merece que lo tomes en serio. ¿Hablarías así a una persona que amas? Pues ya sabes, ámalo.

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