Viejos amigos, nuevas ideas
“¿Son tan duros para entender, que habiendo comenzado con el Espíritu quieren ahora terminar con algo puramente humano?” (Gál. 3:3).
En la década de 1880, parecía que el fin del mundo estaba a la vuelta de la esquina. Numerosos adventistas, incluido Willie, el hijo de Elena de White, fueron arrestados por trabajar el domingo. Organizaciones populares como la Asociación Nacional por la Reforma y la Unión Estadounidense del Sábado, presionaron para la implementación de diversas leyes dominicales. En mayo de 1888, el senador de Nueva Hampshire, Henry W. Blair, propuso una ley que hacía cumplir el domingo como “el día del Señor” y “un día de culto religioso”.
Mientras tanto, dentro del adventismo, los tiempos estaban cambiando y chispas surgían por todas partes. Te presento al elenco:
George Butler. Tenía cincuenta y tantos años en ese momento. Fue presidente de la Iglesia Adventista. Se consideraba un líder nato con “puntos de vista más claros que otros”.
Urías Smith. También en sus cincuenta, pero había escrito y publicado prácticamente desde los comienzos de la Iglesia. Era el principal erudito de la Iglesia en profecía bíblica, contrario a cualquier nueva interpretación que contradijera las antiguas. Después de todo, ¿qué pensarían los de fuera si vieran a los adventistas cambiar sus puntos de vista después de cuarenta años?
Alonzo T. Jones. Ex sargento del ejército, era un tipo seguro de sí mismo. La reinterpretación de este joven predicador de los “diez cuernos” de Daniel 7 lo enfrentó a Urías Smith. Cuando Urías Smith le dijo que dejara de buscarle “la quinta pata al gato”, le respondió que las creencias del adventismo debían ser lo más sólidas y bíblicas posible para poder salir airosas del escrutinio de la gente.
Ellet J. Waggoner. Joven editor, concluyó que la Iglesia estaba haciendo demasiado hincapié en la ley y muy poco en la fe en Jesús. Smith y Butler protestaron su postura, argumentando que guardar la ley de Dios era de suma importancia.
Elena de White. Tenía en ese momento más de sesenta años. Aún creía que la verdad era progresiva, así que exhortó a Jones y a Waggoner a seguir buscando la verdad y proclamando a Jesús. Esto sorprendió a sus viejos amigos Smith y Butler, que estaban seguros de que ella defendería su posición. Pero no fue así. Más bien reprendió a Butler en particular por su mala actitud.
Algo estaba claro: el Congreso de la Asociación General de 1888 (la reunión anual de la Iglesia) iba a ser memorable.
Continuará…