
Inteligencia espiritual
«Y les dijo: ¿Así que también ustedes carecen de entendimiento?”» (Marcos 7: 18, RVA15).
En 1983, Howard Gardner (eminente investigador en neuropsicología y educación en la Universidad de Harvard) presentó al mundo su rompedora tesis de las «inteligencias múltiples», en contra de la teoría del «cociente intelectual», que suponía que solo había un tipo de inteligencia, medible por medio del cociente intelectual (IQ).
El profesor Gardner demostró que hay diversos tipos de inteligencia, de los que identificó ocho, con los nombres siguientes: lingüístico-verbal, lógico-matemática, visual-espacial, musical, corporal-cinética, intrapersonal, interpersonal-social y naturalista. Y hoy se habla de un noveno tipo de inteligencia, que se ha propuesto llamar existencial.
En el pasaje que hoy nos ocupa, queda claro que Jesús espera que sus seguidores cultiven y desarrollen otro tipo de inteligencia que les permita comprender mejor lo relacionado con su vida espiritual. El apóstol Pablo ha comprendido muy bien lo que Jesús esperaba de sus discípulos, por lo que pide a Dios que conceda a los colosenses lo que él llama synesis pneumatike y que podemos traducir literalmente por «inteligencia espiritual» (ver Col. 1: 9).
Los diccionarios definen la inteligencia en general como «la capacidad de entender o comprender». El profesor Gardner define la inteligencia práctica como «la capacidad de ordenar los pensamientos y coordinarlos con las acciones», y Daniel Goleman (1995), llamado «el padre de la inteligencia emocional», describe esta como «la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar de forma adecuada las relaciones».
Según un famoso profesor de ética, la inteligencia espiritual es una facultad que pone en juego el desarrollo pleno de la persona más allá de cualquier obediencia religiosa determinada, respondiendo a nuestras universales necesidades íntimas de orden espiritual. «En contextos de anemia espiritual como en el que nuestro tiempo se encuentra, el desarrollo de la inteligencia espiritual abre horizontes nuevos e insospechados en el corazón mismo de la rutina diaria, de la inmediatez y del interés a corto plazo».29
La Biblia define la inteligencia espiritual como «el principio de la sabiduría» (Prov. 1: 7), y como «temor de Dios» es decir, como la capacidad de escuchar la voz divina, respetar sus indicaciones y seguirlas. Esta sabiduría se adquiere «conociendo» a Dios, que en hebreo significa tener con él una relación íntima (cf. Gén. 4: 1), y acatando sus instrucciones (ver Prov. 9: 10). Y de una manera existencial más concreta, desarrollando la capacidad de «apartarse del mal» (Job 28: 28).
Señor, dame la inteligencia espiritual que necesito hoy para que mi carácter se desarrolle en la dirección que más convenga a tus proyectos de vida para mí.