“Seremos salvos por su vida”
“Si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida” (Romanos 5:10).
En 1994 dos aviones estadounidenses F15C derribaron dos helicópteros UH-60 Black Hawk del ejército de los Estados Unidos, que transportaban a un grupo de apoyo de las Naciones Unidas. El error de los pilotos de los F15C provocó la muerte de quince militares estadounidenses, cinco kurdos, tres oficiales turcos, dos británicos y un francés. De inmediato el Pentágono inició las investigaciones de ese “fuego amigo”. Tras varios meses de investigación, unos cuantos recibieron disciplina administrativa y solo Jim Wang fue sometido a un tribunal militar. Finalmente, el tribunal declaró inocente al señor Wang.
El fallo despertó en los familiares de los muertos una terrible sensación de inconsolable injusticia que, como una línea recta de desconsuelo, atravesaba sus almas. Kaye Mounsey, que vivía bajo la soledad de la viudez por aquel trágico incidente, se preguntaba: “¿Cómo es posible que veintiséis personas hayan perdido la vida y nadie se haga responsable?”⁸¹ Los familiares de esas veintiséis personas esperaban que por lo menos Wang, el único procesado, recibiera una justa condena.
Hace dos mil años, Jesús, la única persona justa que ha caminado por este pequeño planeta rebelde, fue condenado a la muerte más atroz. El Hijo de Dios murió bajo el suplicio de la abominable crucifixión. Nuestro Señor fue azotado, maltratado, humillado y crucificado. ¿Acaso hemos hallado a los culpables? La teología medieval se jactaba de afirmar que los únicos malhechores fueron los judíos. Agustín de Hipona solía decir que, debido a ese crimen, los judíos cargaban con la maldición divina. ¿Pero fueron los judíos los culpables? El Credo dice que “padeció bajo el poder de Poncio Pilato”. Entonces, ¿es Pilato el culpable?
En Romanos 5:6 se nos dice que Cristo “a su tiempo murió por los impíos”. La preposición griega que se traduce aquí como “por”, hyper, cuando va seguida de un genitivo, como es el caso en este versículo, encierra la idea de “para beneficio de”.⁸²
El Señor no murió en la cruz para que nosotros nos dediquemos a tratar de “hacer justicia” intentando que los culpables paguen. En todo caso, no olvidemos que los culpables somos nosotros. Pero el punto clave del texto es que el Salvador murió para beneficiar a los impíos. Y el mayor de los beneficios es que Dios nos promete que “seremos salvos por su vida” (Rom. 5:10).
81 Bob Pool, “Military Briefing Fails to Ease Widow´s Mind”, Los Angeles Times (14 de julio de 1994).
82 Murray J. Harris, Prepositions and Theology in the Greek New Testament (Grand Rapids, Míchigan: Zondervan, 2012), p. 209.