Matutina para Adultos | Martes 07 de Enero de 2025 | Refugiados

Matutina para Adultos | Martes 07 de Enero de 2025 | Refugiados

Refugiados

«José se levantó, tomó al niño y a su madre, y salió con ellos de noche camino de Egipto, donde estuvieron hasta que murió Herodes» (Mateo 2:14-15, DHH).

Siendo todavía un bebé, los padres de Jesús tuvieron que huir con él a Egipto para escapar de la furia del rey Herodes, que quería matar al niño. De modo que Jesús, desde el principio de su corta vida, conoció, con su familia, lo que hoy consideramos una situación de refugiado.

Según la definición del artículo 1. A. 2 de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, de las Naciones Unidas, «el término “refugiado” se aplicará a toda persona que, […] debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país». Esa fue la situación de la familia de Jesús cuando era niño.

Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), se calcula que actualmente hay más de cien millones de personas desalojadas de sus hogares en el mundo,’ entre desplazados y solicitantes de asilo, por razones de conflictos armados, hambrunas y otras calamidades, de las que solo un pequeño porcentaje consigue el estatuto de refugiado.

Si en este, o en algún otro momento de tu vida, te has visto forzado a emigrar o a abandonar tu país por cualquier causa, no olvides nunca que no estás solo: Cristo conoció tu situación bajo diversas formas y sabe cómo te sientes. En algún momento de su ministerio dijo que «las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza» (Mat. 8: 20).

Especialmente para ti ha dejado esta hermosa promesa: «En la casa de mi Padre hay muchos aposentos; […] voy a preparar lugar para ustedes. Y […] vendré otra vez, y los tomaré conmigo, para que donde yo esté, también ustedes estén» (Juan 14: 2-3, RVC).

Allí te espera una morada mucho mejor que la casa de tus sueños. No vas a necesitar más visados, pasaportes o permisos de residencia. Nunca más tendrás que vivir en un país extranjero. En la tierra nueva te espera tu definitiva patria. Tu verdadero hogar.

Esta entrada tiene un comentario

  1. Liduvina coronel Oblitas

    Muchas gracias por tanto

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