Matutina para Jóvenes | Martes 1 de julio de 2025 | Una gran familia

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Matutina para Jóvenes

«Por esta razón me arrodillo delante del Padre, de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra» (Efe. 3:14-15, NVI)

Hace unos años, el escritor Arnold J. Jacobs, contó esta experiencia: «Recibí un correo de un señor en Israel que había leído uno de mis libros: ‘No me conoces, pero soy tu primo doceavo […]. Tengo un árbol genealógico con 80,000 personas, entre las que están tú, Karl Marx y varios aristócratas europeos’ «. Jacobs quedó impactado. «Estoy aquí solo en mi despacho, pero no estoy solo en lo absoluto. Estoy conectado con

80,000 personas de todo el mundo», así que empezó a formar su árbol genealógico.

En el último recuento, había llegado a 92 millones de personas. Jacobs declaró que estaba emparentado con el expresidente Obama: «Es el séptimo sobrino nieto del marido de la esposa del padre de mi tía abuela, así que prácticamente es mi hermano mayor».

Es natural que todos estemos interconectados, algo que no debería sorprendernos. Pablo declaró en Hechos

17:26 (NBV), que Dios «de un solo hombre creó a la humanidad». Esto implica que cada uno de nosotros, sin excepción, somos hermanos y hermanas, y que la iglesia constituye la gran familia de Dios. Es una red compleja, diversa en colores, formas y dotada de múltiples culturas, orígenes y dones espirituales.

En 2015, el Centro de Investigación Pew informó de que la Iglesia Adventista del Séptimo Día es el grupo religioso con mayor diversidad racial y étnica de los Estados Unidos. Esta es una buena noticia para una iglesia que ha aceptado la comisión de ir por todo el mundo y hacer discípulos a todas las naciones, que cree que todos hemos sido creados a imagen de Dios y que todos somos iguales.

En la iglesia, «no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús» (Gál. 3:28, NVI). Dentro del cuerpo de Cristo, no deberían existir las barreras ni los prejuicios que a menudo encontramos en otros grupos sociales. Más bien, las diferencias que podrían dividir a otros nos fortalecen, permitiéndonos expresar compasión y cuidar de nuestro prójimo sin importar su raza, sexo, afiliación política, edad, religión o falta de ella. ¡Somos una gran familia!

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