Advertencia: no te pierdas el reposo de Dios
Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Hebreos 4:1.
¿Qué significa entrar en el reposo de Dios? Esta porción de la Biblia tiene tres aplicaciones o significados: una aplicación local y temporal para quienes fue dirigido el mensaje, una segunda aplicación individual a cada lector, y una aplicación o significado escatológico que alcanza hasta la venida de Jesús. El libro de los Hebreos fue escrito para los judíos convertidos al cristianismo que luchaban con aceptar ciertas verdades de la nueva fe, algunos al punto de volver a sus creencias originales.
El escritor del libro presenta el pacto que Dios hizo con los hebreos desde el inicio y les advierte del fracaso de entrar en Canaán por la terquedad y la desobediencia. Canaán representaba entrar en el reposo de Dios después de cuarenta años de peregrinación por el desierto. A los judíos cristianos que desertaban de la fe, Dios les advierte que no les vaya a ocurrir la suerte de los hebreos de antaño. En la aplicación individual, tu y yo corremos peligro de caer en pecado y perder el reposo de la Canaán celestial. No ignoremos las lecciones de los hebreos. Somos candidatas para disfrutar un cielo con un reposo perfecto, completo y eterno.
La tercera aplicación también tiene que ver contigo y conmigo. Podemos empezar a regocijarnos con la calma y la quietud divinas. El reposo sabático semanal es un anticipo de ese reposo permanente que nos espera. Vivamos en paz, evitemos los conflictos y la ansiedad. No importa cuán intensa, difícil, precaria y sufrida sea la vida, es temporal, nos espera un mundo diferente. Miremos las circunstancias que nos rodean con ojos de esperanza. Echemos mano de la herencia que nos dejó Jesús, pues su legado fue: “La paz os dejo, mi paz os doy” (Juan 14:27). Que nadie robe nuestra herencia de paz. Experimentemos cada día una porción de tan exquisita bendición. Acerquémonos con temor reverente y suplicante al trono de la gracia, y reclamemos el cumplimento de esta preciosa promesa. Que nadie se quede sin recibirla: “Debemos demostrar por nuestra vida diaria que tenemos paz y reposo en el Salvador. Su paz, abrigada en el corazón, resplandecerá en el rostro. Dará a la voz una fuerza persuasiva. La comunión con Dios ennoblecerá el carácter y la vida. Los hombres sabrán que hemos estado con Jesús” (OE, p. 526).
Entra en el reposo divino.