Viernes 18 de Febrero de 2022 | Matutina para Mujeres | Equipo de flores

Equipo de flores

“El cuerpo humano tiene muchas partes, pero las muchas partes forman un cuerpo entero. Lo mismo sucede con el cuerpo de Cristo” (1 Cor. 12:12, NTV).

Uno de mis vecinos plantó girasoles en su jardín. Cada vez que camino junto a su casa, me detengo a mirar estas enormes flores que irradian su belleza amarilla. Recientemente, descubrí que cada girasol está formado por miles de pequeñas flores llamadas florecillas. ¡Los pétalos amarillos y los centros marrones son en realidad flores individuales! Cada floración de girasol está formada por hasta dos mil de estas florecillas. En realidad, cada floración de girasol es un equipo de flores que trabaja unido.

Cierto día nos juntamos con un grupo de amigas a disfrutar del sol y a comer torta de limón. Reímos y charlamos en el jardín de la casa de una amiga, mientras que una antorcha con aceite de citronela intentaba espantar a las hormigas voladoras. De pronto, la conversación se tornó más profunda. Una de mis amigas reflexionó acerca de cuán triste es que, como mujeres, tengamos una tendencia a compararnos, en lugar de apoyarnos las unas a las otras. Ella dijo que le llevó años encontrar buenas amigas con las cuales pudiera bajar la guardia y sentirse valorada. ¡Años! ¿Por qué actuamos así? “Lamentablemente, vivimos en un mundo donde las mujeres reciben mensajes que dicen: No eres valiosa; No eres lo suficientemente inteligente para este trabajo; no eres lo suficientemente delgada como para usar esos jeans…”, escribe Natasha Robinson en su artículo “God Calls All Women: But We Don’t All Have the Same Calling”, “y cuando nos sentimos inseguras o inadecuadas, es fácil rechazar o degradar a otras mujeres que tienen más confianza que nosotras. […] De alguna manera, ese rechazo nos hace sentir mejores y más cómodas con nosotras mismas, aunque solo sea por un momento”. Podemos pasarnos la vida comparando y rechazando. Sin embargo, por muchos girasoles que deshojemos, esto nunca resolverá nuestra inseguridad. La respuesta es vivir profundamente enraizadas en nuestra identidad en Cristo, sabiendo que nuestro valor ya está definido.

Fuimos adoptadas por el Padre Celestial y esto nos convierte en hermanas. Somos órganos de un mismo cuerpo, florecillas de un mismo girasol. Diferentes, sin duda; pero todas escogidas, valiosas y absolutamente necesarias.

Señor, cuando me encuentre con una mujer que me genere inseguridad, recuérdame que mi valor nunca está en juego. Cuando la belleza, la inteligencia o el talento de otra mujer me den envidia, recuérdame que somos pétalos de una misma flor. Unidas, giramos, siguiendo al Sol de justicia.

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