En oración
“Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra. Mantendré abiertos mis ojos, y atentos mis oídos a las oraciones” (2 Crón. 7:14, 15, NVI).
“Además les digo que, si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será concedido por mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mat. 18:19, 20, NVI).
En la Iglesia Adventista, es muy común que haya colegios con internado para los estudiantes del secundario. Los hay por todo el mundo y buscan brindar una educación integral que sirva de modelo para una vida como cristianos en todas las esferas y campos de influencia.
En ellos, la música ocupa un lugar muy importante en esa época de transición, de amistades que se vuelven familia y de cultos compartidos. Los profesores Mónica y Daniel Biaggi son un matrimonio comprometido con la enseñanza musical de los alumnos en los internados y han sido de gran inspiración para cientos de sus estudiantes. Una de las canciones que compusieron se llama “En oración”. Quizá no es muy conocida, pero habla de dos pasajes bíblicos que sí son muy conocidos y que es importante que tengamos bien presentes todos los días. La canción es breve y fácil de aprender, y nos puede ayudar a grabar la necesidad de unirnos como hermanos para orar y de ejercitar más la oración colectiva, con humildad y en unidad, para buscar a Dios, abandonar el mal y dejarlo actuar como tanto quiere hacerlo en nuestras vidas e iglesias.
Un año, antes de salir de gira, hicimos un retiro espiritual con los conjuntos musicales oficiales de la Universidad Adventista del Plata. Cada grupo saldría a lugares diferentes para predicar por medio de la música, y quisimos consagrarnos antes de salir. Este fue el himno lema, lo cantamos antes de salir y también cada día de nuestro viaje antes de orar en diferentes dinámicas. Al regresar, teníamos muchas historias y testimonios para compartir. Vimos cómo Dios oyó y respondió, cómo sanó muchos corazones heridos.
Tú puedes hoy buscar un amigo con quien orar. O, mejor aún, puedes organizar alguna reunión de oración especial en tu iglesia para un grupo de jóvenes o todos los que se quieran sumar. Volvamos a la oración.