No es obligatorio aplaudir
“Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina” (Tito 2:1).
El capítulo 2 de Tito tiene instrucciones prácticas para el joven Tito, para los líderes, para las mujeres, para los jóvenes y para los siervos. Además, Pablo también da instrucciones para toda la iglesia, recordando que hemos sido redimidos por la gracia de Dios y, en consecuencia, debemos vivir para él. También tiene consejos para el predicador: debe enseñar la verdadera doctrina, y alentar y reprender con autoridad
Los pioneros que vinieron a Sudamérica tuvieron una mezcla poderosa de estos ingredientes con los que Pablo desafío a Tito y a la iglesia de Creta. El pastor Francisco Westphal fue el primer pastor adventista en Sudamérica. Él organizó la primera iglesia en las afueras de Crespo (Argentina) el 9 de septiembre de 1894. Después, viajó hacia Brasil, estableció creyentes en varias localidades y organizó la primera Iglesia Adventista en ese país, ubicada en Gaspar Alto, el 8 de junio de 1895. Luego cabalgó durante horas hasta el puerto de Itajai, donó el poco dinero que tenía para suplir las necesidades de un compañero y realizó su largo viaje en barco de regreso a Buenos Aires. Tuvo que ir en tercera clase; es decir, en un lugar donde las camas no tenían colchón.
Así, se reencontró con su familia después de este viaje misionero de cinco meses. Su esposa, que no hablaba aún el idioma local, lo recibió junto con su hijo pequeño, de cuatro años. Pero Helen, su otra hija, ya no estaba. No fue necesario hacer preguntas. El rostro desconsolado de la madre lo decía todo. Dos semanas atrás, Helen había fallecido. La niña había enfermando de sarampión seguido de escarlatina. Las cartas con la noticia nunca le llegaron al pastor. La madre sepultó a su hija en el Cementerio de la Chacarita, en un lugar destinado a extranjeros. Francisco ni siquiera estuvo para despedir a su hija.
En medio de tantas incomodidades, privaciones y sacrificios, estos valientes siervos del Señor tenían una fuerte comunión con Dios y un apasionado compromiso con la misión. No es obligatorio aplaudir, es imprescindible imitar.