Dios será mi defensa
“Porque todo sumo sacerdote es escogido de entre los hombres y constituido a favor de los hombres ante Dios” (Hebreos 5:1).
En el capítulo 5 de Hebreos, Jesucristo, el gran Sumo Sacerdote, es comparado con Aarón, que fue el primer sumo sacerdote, en los tiempos del Antiguo Testamento. Así, Pablo compara los ministerios sacerdotales de Aarón y de Jesucristo.
Y presenta las siguientes similitudes:
1. Ambos fueron elegidos por Dios de entre los hombres.
2. Ambos fueron designados para representar al pueblo delante de Dios.
3. Ambos tuvieron que orar y ofrecer sacrificios.
4. Ambos tuvieron que demostrar compasión.
A continuación, Pablo deja claro los contrastes entre ellos:
1. Solo Cristo es el Hijo de Dios; lo que significa que es Dios.
2. Solo Cristo recibió el sacerdocio eterno.
3. Solo Cristo fue hecho sacerdote según el orden de Melquisedec.
En la segunda parte del capítulo 5, Pablo muestra frustración, pues tiene mucho que decir, pero sus lectores son lentos para entender. Además, ellos deberían ser maestros, pero tienen necesidad de ser enseñados.
Para terminar, Pablo habla del alimento espiritual. Él explica que los creyentes infantiles, inmaduros, solo pueden ser alimentados con leche, mientras que los creyentes maduros pueden digerir bien los alimentos espirituales sólidos.
Elena de White resume la experiencia de Lutero de esta manera “En la contemplación de Cristo se perdía de vista a sí mismo. Se ocultaba detrás del Hombre del Calvario y solo procuraba presentar a Jesús como Redentor de los pecadores” (El conflicto de los siglos, p. 141). Se aproximaban días muy difíciles para el reformador: sus amigos le pedían que se cuidara, ya que sus enemigos pretendían echarlo a la hoguera, como lo habían hecho con Hus. No obstante, cuando Lutero se aproximaba a Worms para ser juzgado, dijo: “Dios será mi defensa” (ibíd., p. 142). Esta era la plena confianza de Lutero.
Lutero sabía que, si él confesaba a Cristo delante de los hombres, Cristo confesaría su nombre delante del Padre. Ningún poder ni fuerza podía detener su fe y su compromiso con su Salvador y su Sacerdote. Él sabía que solo Cristo cumplía con todas las condiciones para ser su único y suficiente Sacerdote.
Él es nuestra defensa hoy.