Matar a la gallina – parte 2
“Como Jesús se dio cuenta de que querían llevárselo a la fuerza para hacerlo rey, se retiró otra vez a lo alto del cerro, para estar solo” (Juan 6:15).
“Entendemos bien –continuó diciendo el senador Johnson–, el hecho de que hay una variedad de criterios entre los ciudadanos honorables de esta nación sobre el tema del día de reposo; y nuestro gobierno está diseñado para proteger a unos tanto como a otros. [Los judíos] que en este país son tan libres como los cristianos y tienen derecho a estar igualmente amparados por las leyes, guardan el sábado como su día de reposo y algunos cristianos también lo hacen; mientras que otros creen que el domingo ha sustituido ese día.
“Por lo tanto, no es competencia del gobierno actuar en función del día que la gente elija observar, si es que eligen alguno. La comisión confía en que ningún sector de nuestro país intentará introducir voluntariamente algún sistema de coerción religiosa en nuestras instituciones civiles. El ejemplo de otras naciones debería amonestarnos a vigilar atentamente que esto no suceda.
“Ante los diferentes puntos de vista religiosos, la comisión opina que el Congreso no debe intervenir en este asunto. No es competencia legítima suya determinar si una religión es verdadera o falsa. Nuestro gobierno es una institución civil y no religiosa. Nuestra Constitución le reconoce a todo ciudadano el derecho a elegir su propia religión y a disfrutarla libremente sin ser molestado. Es responsabilidad del gobierno proteger el derecho de todo ciudadano a manifestar sus inclinaciones religiosas, por peculiares que estas sean, siempre y cuando sus prácticas no violen los derechos de los demás.
“Dado que el servicio de correo dominical no interfiere con la libertad de conciencia de nadie –continuó diciendo Johnson–, y que las empresas necesitan mantener una comunicación constante para garantizar la salud de la economía [y para entonces no se había inventado aún el telégrafo o el Internet], el servicio continuará”.
Pero Johnson no se detuvo ahí. Declaró que si el gobierno alguna vez aprobaba una ley que impusiera alguna idea estrictamente religiosa, “sería imposible desde entonces definir sus límites […]. Para evitar que sobrevenga un conjunto de males de esa naturaleza en este país, la Constitución sabiamente mantiene fuera de las competencias de nuestro gobierno el poder de definir la ley divina”.
Sin embargo, Johnson advirtió sobre un peligro al acecho.
Continuará…