Los Muertos Cuentan Historias
«Cristo para esto murió, resucitó y volvió a vivir: para ser Señor así de los muertos como de los que viven»
Romanos 14:9, RV95
¿Imaginas lo que sería estar en una excavación arqueológica y descubrir un esqueleto en una tumba antigua? Sucede todo el tiempo, pero el 2 de enero de 1971, un equipo de arqueólogos israelíes en Jerusalén anunciaron que habían encontrado algo realmente inusual: un esqueleto que había sido crucificado unos dos mil años antes.
El esqueleto era único, porque era el primero de su clase que se encontraba con un clavo de metal todavía sujeto a uno de sus pies. El clavo estaba doblado como si hubiera chocado con un nudo al ser clavado en la madera. Tal vez por eso los soldados dejaron el clavo en el pie, tal y como los arqueólogos lo encontraron dos mil años después.
Hace casi dos mil años, en una colina muy lejana, Jesucristo murió exactamente de esa manera: crucificado en una cruz para que se desangrara y muriera, enterrado en una tumba después de haber exhalado su último aliento. Por supuesto, podemos decir con seguridad que el esqueleto encontrado por los arqueólogos en Jerusalén no era el de Jesús. No podía serlo.
¿Y por qué no? Porque Jesús se levantó de entre los muertos el domingo por la mañana, tal y como dice la Biblia. Sin embargo, el inusual hallazgo del hombre con el clavo en el pie nos da una clara evidencia que fortalece nuestra creencia de que Jesús murió de la manera en que la Biblia relata.
Hoy, Jesús vive. En este mismo momento, mientras lees este devocional, Jesús está ocupado en el cielo intercediendo por ti como tu Sumo Sacerdote. Si se lo pides, está listo para ayudarte cuando más lo necesites. Y te está ofreciendo la oportunidad de vivir con él para siempre.
Jesús quiere que estés con él, y está tan seguro de que aceptarás su oferta que, como regalo extra, está preparando una mansión de millones de dólares para ti, exactamente como te gustaría que fuera. Pero él espera que aceptes su oferta. ¿Recibirás hoy su regalo de vida?