Recuerda recordar
“¡Pero cuidado! Asegúrate de nunca olvidar lo que viste con tus propios ojos. ¡No dejes que esas experiencias se te borren de la mente mientras vivas! Y asegúrate de transmitirlas a tus hijos y a tus nietos” (Deut. 4:9, NTV).
Cierto día, fui al supermercado en mi bicicleta roja. Mientras regresaba a casa, comenzó a llover. El olor del asfalto mojado me transportó a mi infancia, como una máquina del tiempo. Me llevó en un instante a los veranos en Buenos Aires. A los ríos de agua de lluvia tragados por las alcantarillas sedientas. A las flores del Jacarandá que teñían las veredas de rosa y las hacían resbaladizas. A la rayuela, la escondida y las bombitas de agua en Carnaval. Todos esos recuerdos, en los que no había pensado hacía mucho, salieron a la superficie empujados tan solo por un aroma, una fragancia familiar. Es fascinante notar toda la información que se alberga en nuestra mente, y a la que podríamos acceder si tan solo nos acordáramos de recordar. La Biblia nos insta, una y otra vez, a recordar. Dios nos invita a no olvidar el pasado, lleno de sus cuidados y su presencia.
Mi amiga Anne y yo recordábamos, hace poco, cuánto tiempo oré pidiéndole a Dios que me diera más oportunidades para escribir. Y aquí estoy hoy, escribiendo un devocional para mujeres, haciendo exactamente lo que le pedí a Dios. Recordar el recorrido le da más valor a este momento y me permite disfrutarlo más. Es por esto que Moisés le dice al pueblo de Israel que no se olvide; por esto establece prácticas para la memoria activa. Guardar el sábado, celebrar la Pascua, dar el diezmo: todos estos son monumentos al recuerdo. Prácticas que, como un aroma familiar, nos remontan al pasado y nos recuerdan que Dios siempre ha sido fiel.
La palabra hebrea que generalmente se traduce en la Biblia como recordar, es zakar. Sin embargo, esta palabra también significa pensar, ponderar y mantener un registro de algo. Hoy quiero invitarte a recordar de manera activa. Toma un momento para pensar en algo que Dios ha hecho por ti. Puedes escribirlo, dibujarlo, cantarlo, o simplemente sentarte en silencio y revivir ese instante con gratitud. Recuerda. Asegúrate de no olvidar las bendiciones que viste con tus propios ojos.
Señor, gracias por tu fidelidad y tu cuidado en mi vida. Hoy quiero recordar y agradecerte especialmente por…