Entrega total
«Sométanse, pues, a Dios. Resistan al diablo, y este huirá de ustedes». Santiago 4: 7
El 9 de mayo de 1945 la Segunda Guerra Mundial llegó a su fin en Europa con la rendición de Alemania. Aquel día, los oficiales de la Alemania nazi firmaron la rendición total e incondicional. Morris Venden se apoya en este acontecimiento para ilustrar nuestra entrega a Dios: «Cuando las Potencias del Eje se rindieron a finales de la Segunda Guerra Mundial, ¿qué entregaron? ¿Entregaron solamente sus armamentos y municiones?
¿Renunciaron solo a sus tanques y granadas de mano? ¿Sometieron solamente sus uniformes y raciones? ¿O se les pidió que ellos mismos se entregaran? Y cuando ellos se entregaron, automáticamente entregaron también las armas, las bombas, los tanques, todo. La entrega no se puede hacer de a poco. No hay tal cosa como una entrega parcial. Una persona no puede someterse parcialmente, igualmente una mujer no puede quedar medio embarazada. O se está, o no se está. No existe un terreno neutro» (95 tesis acerca de la justificación por la fe, pp. 68, 69).
En el gran conflicto, la batalla entre el bien y el mal, sucede lo mismo. La Biblia dice que hemos de entregarnos, someternos a Dios por completo.
No es una entrega parcial. «Cada cual tendrá que sostener un violento combate para triunfar del pecado en su propio corazón. Por momentos es una obra muy penosa y desalentadora; pues al mirar los defectos de nuestro carácter, nos detenemos a considerarlos, cuando en realidad deberíamos mirar a Jesús y revestir el manto de su Justicia. Quienquiera que entre en la ciudad de Dios por las puertas de perla, entrará como vencedor, y su victoria más grande será la que habrá obtenido sobre sí mismo» (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 146).
¿Sabes qué es lo que más me llama la atención sobre la entrega? ¡Que tampoco podemos realizarla por nosotros mismos! Si pudiéramos, no sería entrega. La obediencia es un regalo debido al control divino. Si le entregamos a Dios nuestra facultad de elección y si aceptamos que él nos controle (nos rendimos) en lugar de que lo haga el diablo, entonces él es quien produce en nosotros tanto el querer como el hacer por su buena voluntad (ver Filipenses 2: 13).
@Dios te dice hoy: «Entrégame lo más valioso, entrégate a ti mismo. Y contigo vendrá todo lo demás».