El “descubrimiento”
“Echa tu pan sobre las aguas; después de muchos días lo hallarás” (Eclesiastés 11:1).
“Echar nuestro pan sobre las aguas”: ¿Qué significa? En la práctica, esto equivale, por ejemplo, a sembrar semillas de bondad, de servicio al prójimo, de amor. Aunque por un tiempo no veamos los resultados inmediatos de nuestras acciones, hemos de confiar que algún día darán preciosos frutos. Así lo ilustra muy bien un antiguo relato, que cuenta Harold N. Williams (“El descubrimiento”, Revista Adventista, diciembre de 1982, p. 9). Es la historia de L. Nataniel Lane, predicador metodista, y su esposa, María.
Cuenta Williams que, durante la década de 1860, Nataniel y María continuamente recibían ejemplares de la Review and Herald, pero María las usaba para encender el horno de la cocina. Sin embargo, un día a María se le ocurrió leer una de las páginas, antes de encender el horno. La página hablaba de la observancia del sábado. Lo que leyó la impresionó tanto, que esa misma mañana le prometió a Dios que guardaría el sábado. Así lo hizo secretamente durante tres semanas.
Pasaron los días, hasta que una mañana Nataniel encontró en la calle un pedazo de papel. Era parte de un artículo de la Review and Herald en el que había textos bíblicos alusivos al día de reposo. Al llegar a su casa, Nataniel buscó en su Biblia esas referencias y, después de mucho estudio, también decidió guardar el sábado. Luego fue a la cocina, donde estaba María, para hablarle de su “descubrimiento”.
“María, tengo algo importante que decirte, pero prométeme que no te vas a reír”. Nataniel le habló de su hallazgo y de su decisión de guardar el sábado. Entonces María comenzó a reírse a carcajadas. Entonces Nataniel le preguntó a María por qué se reía. “Mi querido Nat”, dijo María cariñosamente, “¿no te has dado cuenta de lo que ha ocurrido aquí las últimas tres semanas? ¡Yo también leí acerca del sábado, y he estado guardándolo secretamente, porque tenía miedo de decírtelo!”
Dice el relato que Nataniel llegó a ser pastor ordenado de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, y que por su ministerio centenares de almas llegaron a aceptar a Cristo como su Salvador personal. Nunca imaginó quien les envió la revista misionera que la semilla sembrada durante años produciría tan abundante cosecha. ¡Las cosas que hace Dios!
Señor, hoy me propongo echar mi pan sobre las aguas. Oro para que, con tu bendición, el resultado sea una abundante cosecha.
Excelentw
Bendiciones para todos
No se puede leer lo que está en azul oscuro con letras negras.