Salvado por la buena fama
«¡La santidad es el adorno eterno de tu templo!». Salmo 93: 5
Algunas personas creen que vivir una vida santa tiene más que ver con lo que hacemos que con lo que somos. Nada más alejado de la realidad. Aunque también es cierto que lo que somos se refleja en lo que hacemos y créeme, la gente lo nota. En el versículo de hoy el Salmista dice que la santidad es el adorno del templo de Dios, y lo mismo puede decirse de nuestra vida, como lo ilustra la siguiente experiencia.
Después de predicar en una serie de evangelización iba de regreso a la ciudad donde vivía con su familia. Cuando el autobús entró en la terminal de transporte miró que el reloj marcaba la una de la madrugada. Lo más seguro era tomar un taxi certificado, pero quizá por el cansancio obvió este paso y se paró en una zona diferente. Rápidamente apareció un vehículo, el conductor se bajó y observó sus pertenencias: computadora portátil, iPad, cámara… Colocaron todo el equipaje en el maletero y comenzaron el recorrido.
Inmediatamente el conductor le ofreció un dulce, que él rechazó de manera amable. Le ofreció una bebida, pero también la rechazó cortésmente. Le ofreció pan con mermelada y varios otros alimentos. El joven pastor le dijo:
—Caballero, gracias por su amabilidad, pero no tengo costumbre de comer entre comidas.
Asombrado, el conductor le preguntó:
—¿Podría repetirme la dirección a donde debo llevarlo?
Cuando lo hizo, aquel hombre dijo:
—¡Qué mala suerte! Me tocó un pasajero de la Universidad Adventista. En la ciudad dicen que allí vive la gente más santa del país. Mire, le daré un consejo, nunca tomé un taxi fuera de los autorizados, no se exponga a personas como nosotros que trabajamos en este gremio para robar y adueñarnos de las pertenencias de los pasajeros. Llegaron al destino. El conductor le entregó todas sus cosas y se marchó. El joven ministro entendió que estuvo a punto de ser asaltado o incluso asesinado. La reputación de los cristianos adventistas lo había salvado.
¿Qué dice la gente de ti por lo que pueden ver? Si bien es cierto que el exterior no define nuestro interior, sí lo refleja. Hoy deseo invitarte a vivir una vida que refleje el amor de Jesús. Que cuando los demás te vean puedan conocer a Cristo a través de ti. Por eso, el mensaje de @Dios para ti hoy es: «Deja que mi luz brille a través de tu vida y que otros puedan conocerme. No tienes que dar un discurso, solo vive para mí».
