Sube la cremallera
“Natanael le dijo: ¿Y de Nazaret puede salir algo bueno? Y le dijo Felipe: Ven y ve” (Juan 1:46, RVC).
La mayoría de los elementos que se utilizan hoy en día para mantener cerrada la ropa, como los botones y los cordones, han existido de alguna forma durante miles de años. Pero el zíper o cremallera fue inventado mucho más recientemente por un estadounidense llamado Whitcomb Judson, de Chicago. Whitcomb tenía un amigo que sufría de rigidez de espalda y no podía atarse los cordones de los zapatos. Para ayudar a su amigo, Whitcomb se puso a pensar, y se le ocurrió un cierre deslizante que se podía abrir y cerrar con una sola mano. Este tipo de artilugios son comunes en nuestro mundo actual pero, en aquella época, cuando los calzados tenían cordones o nada, eran una auténtica rareza.
Whitcomb llamó a este dispositivo “cerradura de broche” y pensó que era tan prometedor que lo patentó en este día de 1893. En comparación con la cremallera de la mochila o de los pantalones, era bastante torpe y, a menudo, se atascaba. Pero él tenía muchas fe en su invento, y lo presentó con orgullo en la Feria Mundial de Chicago de 1893. Fue un fracaso. La gente apenas se fijó en él, y la cerradura de broche nunca le hizo ganar dinero a Whitcomb.
Gideon Sundback, uno de los empleados de Whitcomb, tomó la idea y se le ocurrió que tuviera dientes entrelazados. La llamó “cierre sin gancho”. La empresa B. F. Goodrich lo notó y empezó a vender botas de goma con el cierre sin gancho de Gideon. El invento se vio catapultado al verdadero éxito cuando se comercializó con el eslogan “Zip ‘er Up” (con el sonido que hace). Goodrich llamó al calzado “botas con zíper”, y así fue como el invento pasó a llamarse cremallera. Hoy, tras años de rechazo, la cremallera se encuentra en todo, desde cartucheras para lápices hasta sofisticados trajes espaciales. Y todo empezó con un hombre que quería ayudar a su amigo.
Tras siglos de persecución, el cristianismo se ha convertido en la religión más influyente del mundo. “¿Puede algo bueno salir de Nazaret?”, preguntó Natanael. Al igual que la cremallera, el cristianismo tuvo un comienzo lento, y la mayoría de la gente apenas podía creer que algo tan maravilloso pudiera ser tan sencillo.
Eso es lo mejor del cristianismo: es profundo, pero ¡sencillo! ¿Y nos sorprende? Después de todo, su inventor es Jesucristo, un Hombre con una gran idea que solo quería ayudar a sus amigos.