Viernes 20 de Mayo de 2022 | Matutina para Mujeres | Aun en el medio del hambre

Viernes 20 de Mayo de 2022 | Matutina para Mujeres | Aun en el medio del hambre

Aun en el medio del hambre

“Los que conocen tu nombre confían en ti, porque tú, oh Señor, no abandonas a los que te buscan” (Sal. 9:10, NTV).

Como toda mujer soltera sabe, entender que el sexo está reservado para el matrimonio no nos vuelve seres menos sexuados. Comprender el diseño divino para las relaciones sexuales no hace que el deseo se desvanezca, como por arte de magia. Ser una mujer soltera, particularmente en las iglesias de hoy, donde la brecha de género continúa extendiéndose, implica vivir con hambre; en ayuno permanente. La autora estadounidense Fabienne Harford, en su artículo “El sexo y la mujer soltera”, reflexiona: “Hay dolor en ver a mis amigos alimentarse uno tras otro de aquello de lo que yo siento más hambre. Hay dolor en enfrentar cada mañana con el conocimiento de que hoy no habrá pan de cada día para esta hambre. Hay dolor cuando me siento como si muriera de hambre, y escucho a mis amigos casados tratando de explicar que esa alimentación está sobrevalorada”. ¿Cómo podemos confiar en Dios en medio de este dolor? ¿Cómo podemos vivir la abstinencia sin resentirnos con Dios, quien nos diseñó para sentir apetito sexual, pero no nos provee cómo satisfacerlo? “Esta lucha me ha enseñado a valorar el hambre”, escribe Fabienne, “a abrazarla como un medio para llegar a Dios, en lugar de pensar en esta hambre como un enemigo. Es como el ayuno… El objetivo del ayuno […] [es] que aprendamos que en medio del hambre él es digno de confianza”.

Ayunar, de lo que sea, es sumamente incómodo. Nuestro cuerpo se queja continuamente, ¡y con razón! Sin embargo, la incomodidad y el dolor pueden bendecirnos de una manera inesperada, obligándonos a depender de Dios para vivir con gozo. Dios diseñó el placer. Él no permite que pasemos por etapas de hambre para burlarse de nosotras, como lo haría un tirano. Dios usa los capítulos difíciles de nuestras vidas para mostrarnos que el mejor regalo es él mismo, y para darnos una oportunidad para servir a los demás. Cuando sufrimos la demora o la pérdida de sueños válidos, podemos comprender el dolor de una mujer estéril, o el de una mujer abandonada. Podemos mirarlas a o los ojos y decirles por experiencia propia: “Aun en el medio del hambre, Dios es digno de confianza”.

Señor, aun en medio del dolor de un ayuno no elegido, confío en que tú no me has abandonado. Tú eres fiel aun cuando siento hambre; por esto, elijo confiar en que utilizarás esta etapa para enseñarme a depender más de ti.

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