Un futuro de paz
«Fíjate en el hombre honrado y sin tacha: el futuro de ese hombre es la paz». Salmo 37: 37
Murió como me gustaría morir a mí: se quedó dormido en los brazos de Dios. Ese Dios a cuyo lado caminó durante muchos años, sirviéndole incansablemente. Nunca tuve, en mi ministerio en las iglesias, un anciano como él: comprometido, espiritual, estudioso y dispuesto a darle todo al Señor. Recuerdo cuando llegaba a mi hogar a visitarme. De paso, es el único anciano que me hizo visitas pastorales en 31 años de ministerio (¡los pastores también necesitamos que nos visiten!). Recuerdo que, al llegar, me decía:
—Bueno, pastor, ahora lo vengo a visitar como un miembro de iglesia que usted es, traiga a su esposa y a sus niñas.
Nos pedía que le mostráramos los folletos de Escuela Sabática, hacía las preguntas pertinentes a nuestra vida espiritual, oraba por nosotros y nos animaba a seguir trabajando por el Señor.
Lo acompañé muchas veces a visitar a los miembros de la iglesia a su cargo. Hacía todo el proceso de la visitación: oraba por la persona y su familia, trataba el problema con el grupo familiar e invitaba a los miembros a ser feligreses obedientes y a ser buenos cristianos. Era un hombre muy dadivoso, atendía las necesidades de los feligreses y de todas las personas que conocía. Incansable instructor bíblico y por ello muchas personas fueron conducidas a los pies del Señor Jesús. De carácter apacible y tranquilo, pero ferviente estudioso de los temas bíblicos. Amaba hablar del inmenso amor de Cristo por nosotros.
Un día, me confesó que su mayor anhelo en vida era que Dios lo bendijera con el don de la sanidad. Pero pasó el tiempo y al final le tocó descansar en el Señor. Estoy seguro de que muchos en la iglesia extrañaremos a Boris Posso. Trataremos de hacer todo lo bueno que él hacía por esta iglesia. La promesa que presenta el salmista en el texto de hoy es que las personas como este gran hombre tienen un final dichoso: paz, es la palabra que usa la Biblia. Un momento, ¿«un final dichoso»? ¿Y desde cuándo la muerte es un final dichoso? No lo es, porque ese no es el final que Dios nos ha prometido.
La Biblia promete que, en ocasión de la segunda venida de Cristo la muerte será destruida y los redimidos gozaremos de paz y vida eterna junto al Señor. ¿No es este el mejor final al que podemos aspirar? Por eso @Dios te dice hoy: «Tengo un futuro de paz y dicha preparado para ti. No importa lo que estés pasando hoy, el futuro está garantizado».