Paz que guarda
«Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús». Filipenses 4: 7
En Filipenses 4, Pablo invita a sus lectores a mantenerse firmes en el Señor, a permanecer felices por encima de todo. Les pide no perder el control por nada. Los anima a evitar la angustia. Los invita a buscar la paz dentro de la iglesia, dentro de cada uno de ellos y a procurar la paz en cualquier circunstancia que les toque enfrentar. Les da como recurso para lograrlo la oración ferviente y una actitud de gratitud hacia Dios. Esta condición moverá a Dios a poner en sus vidas paz, aquella paz que es capaz de superar a la mente en la búsqueda de recursos para romper la tranquilidad interna del ser. Una mente fuera de control es un enemigo peligroso. Pero la paz que viene de Dios es capaz de guardar, de mantener la mente y el corazón dentro de los limites de la normalidad.
Esa paz fue la que reinó en el corazón de Esteban frente a la muerte (ver Hechos 7). La misma que estaba en el corazón y la mente del pastor José Manuel Martínez en los comienzos de la obra en Colombia. En una visita al municipio de Guavatá, un día sábado, después de terminar el culto, fue interceptado por un grupo de hombres y mujeres armados con piedras y palos que querían hacerle daño. El grupo de personas iniciaron su agresión con insultos. Uno de los atacantes lanzó la primera piedra directamente al pecho del pastor. Era una piedra inmensa que lo golpeó fuertemente.
Desde el punto de vista humano la muerte era inevitable. Cuando el resto de la turba intentó continuar la lapidación, repentinamente de entre la misma multitud salieron dos hombres desconocidos armados con revólveres. Amenazaron con sus armas a la multitud y dijeron que no responderían por la vida de quien tocara siquiera un cabello del pastor. La multitud se vio frenada. Esos mismos hombres escoltaron al pastor hasta la población más cercana donde pudiera estar seguro. Aunque la muerte estuvo cerca, ese misionero conservó la calma, una calma que se convirtió en un sermón constante en la mente de quienes estuvieron presentes.
Los grandes hombres y mujeres de @Dios suelen mantener la calma incluso ante las mayores adversidades. Pídele hoy al Señor que te dé esa paz que es capaz de cuidar tu corazón y tus pensamientos.