La verdadera defensa
«De tu presencia proceda mi defensa; vean tus ojos la rectitud». Salmo 17: 2, RV95
De los quince años de persecución y violencia que vivió Colombia, el año 1952 fue uno de los más trágicos para la Iglesia Adventista. Se cometieron muchas atrocidades en nombre de la política, confabulados con los cuerpos policiales y con la iglesia estatal. Muchos de los miembros de la iglesia se convirtieron en mártires en aquellos tiempos de maldad y confusión. Muchas capillas fueron quemadas; otras, bombardeadas; y aquellas que se resistían al fuego entonces eran ocupadas con imágenes de santos con la supuesta intención de sacarles el protestantismo y limpiarlas de las herejías.
Cuando las hordas venían, quemaban las casas, violaban a las mujeres y niñas, robaban las cosechas y pertenencias. La zona más afectada fue el área rural del departamento de Santander. Para salvar sus vidas, los miembros de las iglesias se vieron obligados a abandonar todo cuanto tenían para trasladarse a las capitales y cabeceras municipales. Las iglesias de Bucaramanga, Cúcuta y Bogotá se convirtieron en el refugio de estos feligreses desplazados. La hermana María de Muñoz experimentó el cumplimiento de la promesa divina registrada en el texto de hoy: «De tu presencia proceda mi defensa».
El 14 de junio de 1952 ella y su familia caminaban hacia la iglesia. Repentinamente algunos hermanos varones alertaron sobre un avance que estaba haciendo un grupo criminal. Todos los hermanos corrieron hacia el monte. Solo regresaban a casa en la noche y, temprano, volvían a esconderse en las montañas. Esto se repitió durante cinco días seguidos. Finalmente, ella y sus dos hijas huyeron a Bogotá para salvar sus vidas. Caminaron por 26 días completos, comiendo solo los frutos que encontraban en las plantas y los árboles del camino. Cuando llegaron a Bogotá, un caballero desconocido les dio comida y les indicó la dirección de las oficinas de la Misión. Llegaron el 19 de julio a la casa del misionero Ray Norcliffe. Allí durmieron su primera noche confortable después de muchos días de fuga. Ella dice: «Damos gracias a Dios por haber protegido nuestras vidas y por habernos traído sanos y salvo».
Hoy no sé qué desafíos enfrentas, tampoco sé si tu vida corre peligro en este día. Pero puedo asegurarte que no importa tu situación, Dios te brinda hoy defensa. En este día, el mensaje de @Dios para ti es: «Tu defensa procede de mi presencia. Mantente hoy a mi lado».