Dios de sorpresas
“El Señor habló con Moisés y le dijo: ‘Toma en cuenta que he escogido a Bezalel, hijo de Uri y nieto de Jur, de la tribu de Judá, y lo he llenado del Espíritu de Dios, de sabiduría, inteligencia y capacidad creativa […]. Además, he designado como su ayudante a Aholiab’ ” (Éxodo 31:1-3, 6, NVI).
¿Quiénes eran Bezalel y Aholiab? ¿Y para qué obra tan importante los llamó Dios?
A Bezalel lo dotó Dios de habilidades especiales para “hacer trabajos artísticos en oro, plata y bronce, para cortar y engastar piedras preciosas, para hacer tallados en madera y para realizar toda clase de artesanías” (Éxo. 31:4, 5). Junto a Aholiab, Bezalel tuvo el honor de dirigir la obra de la construcción del Tabernáculo del desierto, el lugar especial en el que la presencia de Jehová se manifestaría ante su pueblo.
¿Es que también a un artesano puede llenar Dios de su Espíritu para hacer su obra? ¿No dice la Escritura que “toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces”? (Sant. 1:17). Si Dios es el autor de todos nuestros dones, tanto los espirituales como los naturales, ¿no deberíamos concluir entonces que todos esos dones son importantes para la realización de su obra? La respuesta obviamente es sí, como muy acertadamente lo dice el Comentario bíblico adventista: “Dios da dones de sabiduría, conocimiento y habilidad para hacer trabajos seculares, así como reparte dones espirituales” (1 Cor. 12:8). La iglesia tiene tanta necesidad de hombres del tipo de Bezalel y Aholiab, como tiene de hombres tales como Pablo e Isaías” (t. 1, p. 673).
La segunda lección se deriva de la anterior. Si todos los dones que Dios da son útiles en la predicación del evangelio, ¿no se espera que todos los creyentes usemos nuestros talentos y habilidades para que la misión de la iglesia se cumpla?
¿O es que esa sagrada obra corresponde solo a los pastores y a los dirigentes?
¡Absolutamente no!
Cuando salieron de Egipto, rumbo al desierto, Bezalel y Aholiab jamás imaginaron que Dios los usaría en un proyecto de tanta magnitud. Y mucho menos imaginaron que sus nombres quedarían en el registro sagrado, al lado de ese gigante espiritual que fue Moisés. Pero así son las cosas de Dios. Él es, definitivamente, un Dios de sorpresas.
Me pregunto qué tarea tiene hoy Dios para ti. ¡Y no digas, por favor, que no tienes talento alguno para hacer tu parte! Dios puede usarte cualquiera que sea tu don.
Padre santo, ayúdame a usar hoy los talentos que me has dado, sean pocos o muchos, para la gloria de tu nombre.
Me encantó la devoción de hoy.