La rebelión de los campesinos
“Dios pasó por alto la ignorancia de la gente acerca de estas cosas, pero ahora él manda que todo el mundo en todas partes se arrepientade sus pecados y vuelva a él” (Hechos 17:30, NTV).
Corría el año 1381 y la peste bubónica asolaba Europa. Un tercio de la población europea había muerto a causa de esta enfermedad mortal. En aquellos días, la gente ignoraba las causas de la peste bubónica, o la peste negra, como se la llamaba comúnmente. Nadie sabía que las pulgas de las ratas eran las que transmitían la enfermedad.
Las condiciones sanitarias eran deficientes en aquella época, lo que hacía que la población de ratas se multiplicara sin control. La gente tiraba la basura a la calle para que se la comieran los cerdos y los perros, y era habitual que la gente tirara el contenido de sus orinales a las cunetas del pueblo cada mañana. Las moscas revoloteaban sobre los desechos de los animales en las calles, y luego sobre los alimentos que la gente comía. Y para empeorar las cosas, cuando la gente enfermaba de peste bubónica, huía y se llevaba la enfermedad y las pulgas a otros pueblos.
Como habían muerto tantas personas, los trabajadores escaseaban, pero las condiciones laborales eran malas. Los campesinos se desplazaban en busca de trabajo, lo que hacía que la gente común estuviera más informada sobre el mundo que los rodeaba. También comenzaban a tener nuevas metas y sueños de cosas mejores por venir.
Por su parte, los gobernantes se resistieron a los cambios que semejante crisis traía a Europa, y se negaron a escuchar a los campesinos en sus clamores de reforma. Querían volver al antiguo sistema feudal, en el que la gente podía ser comprada y vendida como siervos junto con la tierra que cultivaban. Además de todo esto, como la tesorería real carecía de dinero, se subieron los impuestos; esto llevó a que el descontento de los campesinos estallara en ira, y se rebelaron. El 13 de junio de 1381, una turba de campesinos marchó hacia Londres y procedió a destruir la ciudad. Provocaron incendios, saquearon tiendas y destruyeron varios edificios gubernamentales. Sacaron a los presos de las cárceles, e incluso decapitaron a un juez junto con varias docenas de ciudadanos importantes.
¡Qué época tan terrible para vivir! Afortunadamente, Dios anuló la ignorancia básica bajo la que Satanás había confinado a la sociedad, y hoy tenemos más sentido común. Conocer la historia de la vida Jesús puede bendecir aun más a la sociedad, llevando la verdad y la luz a los necesitados. ¡Ayudemos a difundir las buenas noticias!