Matutina para Adultos, Martes 09 de Marzo de 2021

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¿Quién predicará?

“¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no son enviados?” (Romanos 10:14, 15).

Sin duda, una declaración poderosa y enfática del apóstol Pablo es la de Romanos 10:13: “Todo aquel que invoca el nombre del Señor, será salvo”. Luego, expresa cuatro preguntas, que tantas personas han intentado responder. He aquí la vida de un gran predicador.

William Franklin Graham Jr. hizo una gran contribución al cumplimiento de la misión. Más conocido como Billy, entregó su corazón a Jesús a los 16 años en una campaña de evangelismo. Y ese compromiso lo acompañó toda su vida. Creció durante la Gran Depresión de los años ‘30; por esa razón, aprendió el valor del trabajo duro, y se dedicó intensamente a la lectura.

Se casó en 1943 con Ruth Bell, nacida en China, quien era hija de misioneros en aquel país. Su padre, L. Nelson Bell, era cirujano general en un hospital presbiteriano a quinientos kilómetros de Shanghai. Ruth sufrió para decidir entre Billy y el campo misionero, y a fines de abril de 1941, después de mucha oración, comprendió que su misión estaría al lado de Billy y su pasión por el evangelismo.

Poco después de su graduación, se casaron. Dedicó su vida a apoyar el ministerio de su esposo y educar a sus hijos. Siempre ayudaba a Billy a investigar y a preparar sus sermones y libros. Tuvieron 5 hijos, 19 nietos y 28 bisnietos. Franklin y Anne también son evangelistas, siguiendo los caminos de su padre.

Billy fue el predicador que alcanzó el mayor número de personas en los tiempos modernos. En sus cruzadas, que comenzaron en 1948, en estadios, parques y otros lugares, alcanzó una audiencia directa de 210 millones de personas en 185 países. Según informes de su equipo, a partir de 1993, más de 2,5 millones de personas habían respondido a sus llamados.

La cruzada de Los Ángeles, en 1949, lo hizo conocido internacionalmente. Las reuniones duraron ocho semanas, con multitudes de asistentes. En 1992 anunció que sufría de Parkinson, lo que lo obligó a alivianar su trabajo. En 2005 inició su última cruzada en Nueva York. Con casi cien años, falleció en 2018.

Su mayor legado, después de sesenta años de ministerio, ha sido la predicación bíblica. Él hablaba el lenguaje de las personas y no usaba otro recurso que no sea la Palabra. Su gran consejo fue: “Estudie la Biblia para ser sabio, crea en la Biblia para ser salvo, siga sus preceptos para ser santo”. ¿Cómo se salvarán, si no hay quien les predique? Billy ya hizo su parte. ¿Y nosotros?

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