Una bomba de tiempo
“Desechen todo lo que sea amargura, enojo, ira, gritería, calumnias, y todo tipo de maldad. En vez de eso, sean bondadosos y misericordiosos, y perdónense unos a otros, así como también Dios los perdonó a ustedes en Cristo” (Efesios 4:31, 32, RVC).
Una bomba de tiempo. Una bomba que en cualquier momento puede explotar. Como ocurrió con Ahitofel, consejero del rey David, cuando Absalón se rebeló contra su padre.
¿Por qué Ahitofel decidió unirse al rebelde Absalón, traicionando así la confianza de David? Ahitofel era padre de Eliam, quien a su vez era padre de Betsabé, con quien David cometió adulterio (ver 2 Sam. 23:34; 11:2, 3). En otras palabras, Ahitofel era abuelo de Betsabé. No es difícil, por lo tanto, concluir que Ahitofel había abrigado resentimientos hacia David durante algún tiempo, y que esos sentimientos alcanzaron plena madurez cuando Absalón se rebeló contra su padre. Este deseo de venganza se puso de manifiesto, especialmente, cuando Ahitofel aconsejó a Absalón que cometiera incesto con las concubinas de David:
“Llégate a las concubinas de tu padre”, dijo Ahitofel, “que él dejó para guardar la casa. Todo el pueblo de Israel oirá que te has hecho aborrecible a tu padre, y así se fortalecerán las manos de todos los que están contigo” (2 Sam. 16:21).
Lo peor fue que Absalón siguió su consejo al pie de la letra, pues “en aquellos días, el consejo que daba Ahitofel era como si se consultara la palabra de Dios, tanto cuando aconsejaba a David como a Absalón” (vers. 23).
¿Cómo pudo Ahitofel caer tan bajo? Era talentoso y lo respetaban por su gran sabiduría, pero, al parecer, nunca perdonó a David; y la amargura acumulada durante años también terminó acabando con él, pues cuando la rebelión de Absalón fracasó Ahitofel se suicidó (17:23).
¿Lecciones? Una lección es que de nada nos sirve la mucha sabiduría si Dios no es nuestro mejor consejero. La otra es que, abrigada por mucho tiempo en el corazón, la amargura puede convertirse en una bomba de tiempo. ¡Pero hay buenas noticias! La buena noticia es que, tal como lo afirma nuestro versículo para hoy, ahora mismo, con el poder de Dios, podemos desactivar esa bomba. ¿Cómo?
“Perdónense unos a otros, así como también Dios los perdonó a ustedes en Cristo”.
Padre celestial, por la preciosa sangre de Cristo, limpia mi corazón de toda amargura y resentimiento. Y ayúdame a perdonar completamente, así como tú me has perdonado.