La estructura de un lamento
“Entonces oro a ti, oh Señor, y digo: ‘Tú eres mi lugar de refugio. En verdad, eres todo lo que quiero en la vida’ ” (Sal. 142:5, NTV).
Hay diferentes tipos de salmos (oraciones cantadas) en la Biblia. Hay oraciones de alabanza, de agradecimiento, de súplica, de arrepentimiento y de lamento. Cerca de un tercio de los salmos son oraciones de lamento (esto, sin contar lamentos incluidos en los libros de Job, Jeremías, Habacuc y, por supuesto, Lamentaciones). Los lamentos son oraciones que nos permiten transitar el dolor y tienen una estructura bastante definida: Introducción, lamento, confesión de fe, pedido de liberación y alabanza.
El Salmo 142 es un excelente modelo de este tipo de oración. David estaba solo, escondido en la cueva de Adulam, acorralado por dos lados: la espada de Saúl y la del rey de Gat. Al hacer la introducción a su lamento, David dice: “Clamo al Señor; ruego la misericordia del Señor. Expongo mis quejas delante de él y le cuento todos mis problemas” (vers. 1, 2, NTV). Como si su corazón fuera un cántaro, David dice que va a verter todos sus problemas delante de Dios. Luego, él se lamenta de su condición: “Nadie me ayudará; a nadie le importa un bledo lo que me pasa” (vers. 4, NTV). Con un lenguaje claro, que haría que a muchas se nos ericen los cabellos, el salmista le dice a Dios que se siente completamente abandonado por los hombres. Entonces, solo luego de haber compartido honestamente sus emociones, David puede confesar: “Tú eres mi lugar de refugio.
En verdad, eres todo lo que quiero en la vida” (vers. 5, NTV). David luego pide por su liberación: “Rescátame de mis perseguidores, porque son demasiado fuertes para mí” (vers. 6, NTV), confesando que sin la ayuda de Dios nunca podrá vencer. Su oración termina con una alabanza: “Los justos se amontonarán a mi alrededor, porque tú eres bueno conmigo” (vers. 7, NTV). David ha derramado todas sus lágrimas; no se ha quedado con ninguna. Ahora que su vista ya no está nublada, puede hablar proféticamente del día en que Dios lo restaurará y él será un testigo de su bondad.
En su sabiduría, Dios inspiró a los escritores de la Biblia para que incluyeran muchísimos lamentos, otorgándonos un lenguaje y una estructura para expresar nuestro dolor. Cuando las usamos, orando con autenticidad emocional, Dios trae a nuestros corazones una sanidad y una paz que no imaginábamos.
Señor, te agradezco porque puedo derramar mi corazón completo ante ti. Enséñame a lamentarme correctamente y a encontrar consuelo en tu presencia. Amén.