¿Cuánto pesa tu integridad?
“¡Que Dios me pese en la balanza de la justicia y reconocerá mi integridad!” (Job 31:6, RVR 95).
¿En qué piensas cuando escuchas la palabra “balanza”? Mi mente regresa a la infancia. Me encantaba ver el equilibrio de la balanza cuando pesaban los productos que compraba mi mamá en el mercado. La balanza de mi niñez era una especie de barra sostenida por un eje en el medio, del que colgaban dos platillos a los extremos. La vendedora colocaba en un lado el producto, y en el otro, una pesa de acuerdo con la medida. Para lograr el equilibrio, el peso del producto y la medida del contrapeso tenían que ser exactos.
Mi mamá siempre estaba alerta para que el peso sea justo, y la medida, correcta. A nadie le gusta ser engañado, ¿verdad? Pero siempre existe la posibilidad de que alguien esté tentado a engañarte y no darte el peso justo. Esto sucedió con el hombre de la siguiente historia.
Era un campesino que hacía manteca para vender y decidió ofrecer su producto en la panadería del pueblo. El panadero necesitaba la manteca para elaborar el pan, así que le ofreció un trato:
–Haremos un trueque, por cada kilo de manteca que tú me das, yo te doy un kilo de pan.
El acuerdo parecía justo y el campesino aceptó. Cada vez que el campesino venía al pueblo hacía el trueque con el panadero, quien le entregaba el pan por la misma cantidad de kilos de manteca que recibía. Como era un acuerdo entre caballeros, ellos confiaban en que ninguno engañaría al otro. Un día al campesino le dio curiosidad y colocó en la balanza la bolsa de pan, ¡pero vio que le faltaba medio kilo! Muy molesto, volvió a la panadería para hacer su reclamo. El panadero, muy calmado, le contestó:
–No sé qué pudo pasar. Para medir yo pongo en un platillo de la balanza la manteca que usted me da y, en el otro, peso la misma cantidad de pan.
El campesino quedó avergonzado. Su deshonestidad había sido descubierta. Él había sido medido con su misma medida, y su peso fue hallado falto.
Supongamos que Dios tiene una balanza para pesar tu integridad. ¿Qué tan honestas son las cosas que haces? ¿Alcanzarían el peso correcto? Una persona íntegra a los ojos de Dios es aquella que siempre hace lo correcto, de acuerdo con lo que él manda. Job estaba dispuesto a que Dios pesara su integridad porque no tenía nada que temer. ¿Y tú?
Magaly