Terremoto en China
“Y habrá grandes terremotos en muchos lugares” (Lucas 21:11, TLA).
Hace unas décadas, una canción popular decía algo así: “Siento la tierra moverse bajo mis pies”. Ahora bien, si alguna vez has estado en un terremoto, sabrás que es exactamente eso lo que se siente. El suelo de tu habitación sube y baja como la marea. Sales a la calle, y el pavimento se bambolea como las olas del mar. Un terremoto es probablemente la fuerza natural más devastadora de la tierra.
En 2008, un terremoto de 7,9 grados de magnitud en la escala Richter sacudió una región montañosa del oeste de China. Mató a unas 70.000 personas y hubo más de 18.000 desaparecidas. Pero el 28 de julio de 1976, China vivió un terremoto mucho peor en Tangshan, donde murieron 250.000 personas. El día anterior, se vio un gran número de ratas desorientadas corriendo en grupos, y las gallinas se negaron a comer. El terremoto duró solo 23 segundos, pero fue enormemente destructivo. Por desgracia, se produjo de noche, cuando la mayoría de la gente estaba durmiendo y no tuvo tiempo de reaccionar; por eso murieron tantos.
América del Norte también ha tenido su cuota de grandes terremotos, como el de 1811 en el valle del río Misisipi. Aunque el río se desvió de su curso de forma espectacular, afortunadamente, no mucha gente vivía en el epicentro y, por eso, pocos perdieron la vida. En California se producen unos 10.000 temblores pequeños al año. Una historia cuenta que un terremoto sacudió San Francisco minutos antes del tercer partido de la Serie Mundial de Béisbol de 1989. Un estudiante del Pacific Union College, que estaba allí, dijo: “Si hubiéramos sabido que iba a haber un terremoto, no habríamos venido”. No me digas.
Cada tanto, se producen terremotos fuertes, como el que ocurrió en Northridge en 1994, que mató a 33 personas y causó daños por unos 20.000 millones de dólares. Por supuesto, ni siquiera ese fue el “Grande”, ese terremoto californiano que hará que todos los anteriores parezcan pequeños: los geólogos saben que un terremoto realmente grande es inevitable, probablemente dentro de los próximos treinta años. Por eso, las casas y los rascacielos se construyen con un refuerzo extra, para soportar “un poco de movimiento”, en caso de que la tierra bajo ellos se mueva repentinamente de un lado a otro.
La Biblia nos dice que, antes de que Jesús vuelva, los desastres devastarán nuestra tierra. Los terremotos serán mucho peores que cualquier cosa que hayamos visto. El Apocalipsis dice que cada isla y montaña se moverá de su lugar. Pero, no tengamos miedo: Jesús ha prometido estar con nosotros, incluso entonces.