Las semillas de zapallo
“Y pueden estar seguros de que no escaparán de su pecado” (Números 32:23 u.p., NVI).
Los padres de Jorge tenían una granja donde cultivaban verduras. Un día el padre le dio a Jorge una bolsa con semillas de zapallo y le dijo:
–Preparé un pedazo de terreno para que plantes estas semillas. Calculé, y si siembras diez hileras de semillas tendrás la ganancia suficiente para comprarte las zapatillas que tanto quieres.
Jorge estaba muy emocionado, así que fue directo a sembrar. Plantó una, dos, tres… siete hileras, y de repente aparecieron sus amigos diciendo:
–¡Vamos a bañarnos al río!
–No puedo, estoy muy ocupado, debo sembrar estas semillas –respondió.
Pero sus amigos insistieron diciendo que hacía calor, que no importaba si no terminaba, que pasarían una divertida tarde bañándose… Jorge pensó:
“En realidad mi padre no se enterará si terminé o no, y con lo que he plantado creo que es suficiente para comprar mis zapatillas”. Entonces, se fue corriendo con sus amigos y tiró las semillas debajo de un puente cerca de donde pasaba el río. Esa tarde cuando regresó a casa, su padre le preguntó si había plantado las diez hileras de semillas y Jorge le dijo que había realizado todo el trabajo.
Tiempo después, los zapallos comenzaron a crecer; sin embargo, en una parte del terreno no brotó nada. Su padre le preguntó nuevamente a Jorge si había plantado todas las semillas y Jorge dijo:
–Sí, papá. Probablemente esa tierra no era buena, por eso no creció nada.
Cuando llegó el momento de cosechar los zapallos y venderlos, tristemente Jorge se dio cuenta de que la ganancia no era suficiente para sus zapatillas. Llegó a casa llorando y decidió confesarle a su padre toda la verdad. Él le dijo que ya lo sabía, porque un día, caminando, encontró algunos zapallos que estaban creciendo debajo del puente cerca del río; y allí comprendió por qué no crecieron todos los zapallos que él había calculado. Jorge estaba muy arrepentido y fue consciente de las consecuencias de su deshonestidad.
A medida que vayas creciendo, habrá momentos en los que desearás hacer lo correcto y obedecer, pero aparecerán amigos con ideas muy “divertidas” e insistirán mucho para quebrar tu integridad. Sé firme y fuerte, ora, vuélvete a Jesús y piensa antes de actuar, ya que generalmente las consecuencias de la deshonestidad son muy dolorosas. No estás solo, ¡Jesús te ayudará!
Nina