Sabiduría para los rectos
«Él provee de sana sabiduría a los rectos». Proverbios 2: 7, RV95
Quizá uno de los elementos más valiosos que Dios puede proveer para cada uno de nosotros es la sabiduría, pues esta nos ayudará a vivir mejor y a ser mejores en la vida. Este relato ilustra la importancia de la sabiduría: había una vez un rey que tenía tres hijos. Dudando sobre cuál de ellos debía sucederlo, envió a cada uno de ellos a gobernar un territorio durante cinco años, luego volverían para mostrarle sus logros.
Así marcharon a sus lugares, alegres, por poder ejercer como reyes. Al llegar, descubrieron decepcionados que solo se trataba de pequeñas villas con pocos aldeanos, y sin un castillo. El primero razonó: «Le demostraré a mi padre que puedo ser un gran rey». Juntando a los habitantes de su villa les enseñó artes de guerra para formar un pequeño ejército y conquistar otras villas. Así, su pequeño reino creció en fuerza y poder. Multiplicó cien veces su extensión. El segundo pensó: «Mi padre quiere probar si puedo ser un gran rey». Y desde aquel momento inició con sus aldeanos la construcción de un palacio. Tras cinco años de duro trabajo, inauguraron un espléndido palacio. El tercero dijo: «La gente de esta aldea debe ser importante para mi padre». Resolvió cuidar de ellos y de que nada les faltara. Durante cinco años la aldea no cambió mucho, era un lugar humilde y alegre, aunque sus aldeanos parecían satisfechos por la labor del príncipe.
Pasó el tiempo estipulado y los tres príncipes se presentaron ante su padre. Pero cuando llegaron, el rey no los dejó hablar. En su lugar, pidió a los aldeanos que contaran cómo habían sido sus vidas. Los súbditos del primero mostraron las cicatrices de la guerra; los segundos contaron cómo habían trabajado para construir el palacio. Finalmente, los súbditos del pequeño, avergonzados, contaron lo felices que habían sido junto a aquel rey humilde y práctico, que había mejorado sus vidas en tantas cosas pequeñas. Luego, el rey llamó uno por uno a sus súbditos y les preguntó:
—Si hubieras tenido que vivir estos cinco años en una de esas tres villas, ¿cuál hubieras elegido?
Todos prefirieron la vida tranquila y feliz de la tercera villa. El más pequeño de los príncipes fue coronado aquel día como el más grande de los reyes, pues la grandeza y la sabiduría de los gobernantes se mide por el afecto de sus pueblos, y no por el tamaño de sus castillos y riquezas.
Hoy el mensaje de @Dios para ti es: «Yo puedo darte la sabiduría que necesitas para que vivas mejor y seas mejor en la vida».