Matutina para Mujeres, Sábado 13 de Marzo de 2021

Matutina para Mujeres, Sábado 13 de Marzo de 2021

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¿Carroña o maná?

“Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres” (Mat. 24:28).

Cuando era niña, recuerdo haber caminado un día en compañía de mi padre por el campo donde estaba nuestra casa. Me llamaron la atención unas aves que volaban en círculo incansablemente; fue en­tonces cuando descubrí que existen los buitres, y que les encanta comer car­ne de animales muertos.

El diccionario los define como “aves rapaces del orden de los falconiformes que suelen alimentarse especialmente de animales muertos, aunque a falta de estos, son capaces de cazar presas vivas”. 

Hablando metafóricamente, “alimentarse de cuerpos muertos” es a veces también una práctica humana. Los chismes, bien sean fundados o infundados, los rumores que creamos, las calumnias y las críticas que hacemos a otras personas son como una carne muerta, una carroña pestilente que disfru­tamos cuando, en realidad, debería repelernos. Voy a decirlo claro: en esas circunstancias, nos convertimos en buitres.

Los chismosos, aunque se defiendan a sí mismos afirmando que son bien in­tencionados, parecen buitres revoloteando alrededor de un cuerpo muerto. Son sutiles, imperceptibles y con una agudeza verbal para trasmitir todo lo que concierne al chisme; por supuesto, agregando detalles inexistentes para ha­cer más emocionante su banquete de carne muerta.

Pensemos… ¿Qué hay detrás de alguien que disfruta del chisme y de la ca­lumnia? Los observadores y estudiosos de la conducta humana afirman que los chismosos son personas con problemas de autoestima, a la que pretenden nutrir hablando mal de los demás. Algunos se jactan con hilari­dad de que tienen el “gusanito” del chisme. En realidad, creo que es más que eso; es la misma serpiente que “engatusó” a Eva en el Edén la que engatusa a las personas a las que les gusta comer de un fruto que debería estar prohi­bido en la mente de toda mujer cristiana. 

La Biblia afirma que la lengua es un órgano difícil de manejar, que es como un pequeño fuego que enciende una gran hoguera. Pero más allá del control de la lengua, tenemos que vigilar los pensamientos, deshacernos de nuestra miseria personal, perdonarnos, apreciarnos, recuperar la condición de hijas de Dios y no permanecer siendo esclavas del pecado. 

La carne muerta no es alimento para una mujer de Dios. Pon un sello mi­sericordioso a tus relaciones interpersonales alimentándote día a día, minuto a minuto, del maná que viene del Cielo. Entonces estarás nutrida tú y todos los que se topen contigo en el camino.

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