Especialmente para ti
“Podrán moverse los montes, podrán temblar las colinas, pero mi misericordia jamás se apartará de ti, ni se romperá mi pacto de paz contigo. Lo digo yo, el Señor, quien tiene de ti misericordia” (Isaías 54:10, RVC).
Brittni Darras, quien enseña inglés a estudiantes de secundaria en Colorado Springs, Colorado, se enteró un día de que una de sus alumnas había intentado suicidarse. Entonces preguntó a la madre si podía escribir a su alumna una carta.
Así lo hizo. Cuando finalmente la carta llegó a sus manos, la joven alumna lloró, y dijo: “¿Cómo es posible que alguien diga cosas tan bonitas de mí? Pensé que nadie me echaría de menos después de que hubiera muerto”. Entonces Brittni tuvo otra idea. ¿Por qué no escribir una carta a cada uno de sus alumnos, destacando las cualidades de cada uno? La tarea le tomó dos meses. Al final, Brittni había escrito 130 cartas. Luego se aseguró de que cada estudiante recibiera la suya antes de las vacaciones escolares.
”“No es común”, dijo uno de los estudiantes de Brittni, “que un profesor se tome el tiempo de escribir a sus alumnos; mucho menos para decirle a cada uno que es una persona especial” (Ordinary People Giving in Extraordinary Ways”, Reader’s Digest, noviembre de 2016, p. 92).
Tiene razón. No es común que un maestro, una maestra, considere a todos sus estudiantes como personas únicas y especiales, pero la realidad es que cada uno lo es. Cada uno de ellos es especial de la misma manera que lo somos tú y yo, y de la misma manera que lo es cada ser humano que habita este planeta. Especiales porque somos hijos e hijas de Dios.
Te propongo, por lo tanto, que comiences el nuevo día leyendo este pensamiento –que ha sido parafraseado–, como si hubiera sido escrito especialmente para ti:
“Aunque ahora Jesús esté oculto para los ojos mortales, por fe puedes oír su voz que te dice: No temas, yo estoy contigo. He soportado tus tristezas, experimentado tus luchas, y hecho frente a tus tentaciones. Aunque en la tierra tu dolor no toque cuerda sensible alguna en ningún corazón, mírame a mí y vivirás, porque ‘podrán moverse los montes, podrán temblar las colinas, pero mi misericordia jamás se apartará de ti, ni se romperá mi pacto de paz contigo. Lo digo yo, el Señor, quien tiene de ti misericordia’ ” (Isa. 54:10, RVC)” (El Deseado de todas las gentes, cap. 52).
Gracias, amado Jesús, porque soy muy especial para ti; y porque te importa todo cuanto me sucede. ¿Qué te puedo decir? Pues, te digo que te amo mucho, y que quiero servirte todos los días de mi vida.