La bandera de la verdad
«Has dado a los que te temen bandera que alcen por causa de la verdad». Salmo 60: 4
El hermano Daniel nació y creció en la zona rural La Resbalosa. Decidió quedarse allí para criar a sus hijos en aquella tierra tranquila y fértil que le daba el sustento. Allí le llegó el mensaje adventista. Con mucho trabajo y oración se convirtió en el líder de las familias de la zona. Pero un día llegó gente extraña y comenzaron a dar órdenes. Solo se podía hacer lo que ellos decían.
Un día aparecieron carteles en todas las casas y en el templo donde se citaba a todos los habitantes a arreglar la carretera y los caminos en el día sábado. Él visitó el campamento donde se reunían quienes imponían sus ordenes en la zona para decirles que era mejor posponer el evento para el domingo, porque la mayoría de las familias eran cristianos adventistas, y el sábado se dedicaban a la adoración a Dios. Pero ellos dijeron que la orden estaba dada y debían cumplirla. El día de la convocatoria solo acudieron las personas que no eran miembros de iglesia. Eran pocos y no pudieron hacer el trabajo. El comandante, airado, fue hasta la capilla donde estaban los hermanos, sacó al hermano Daniel y lo increpó diciéndole que nadie podía desautorizarlo y vivir para contarlo. Lo citó para que al día siguiente pidiera perdón delante de todos los habitantes.
El domingo todos estaban reunidos, y el hermano Daniel estaba frente al grupo. Entonces le dijeron al hermano que, como desagravio, tenía que gritar un lema político delante de todos, levantando su mano derecha; así, darían por pagado el agravio. Por supuesto, el fiel hermano se negó a repetir esas palabras y en su lugar dijo: «Viva Cristo Jesús, Rey de reyes y Señor de señores». El comandante tuvo la intención de matarlo allí mismo, pero sabía que esas personas eran firmes en sus convicciones y no darían su brazo a torcer. Por eso le pidieron que se marchara de la zona. Aquella misma semana, junto con todas las familias adventistas y con la ayuda de toda la comunidad, arrancaron del suelo el templo de bareque y el techo de palma y se lo llevaron a otra región. Allí pudieron seguir poniendo en alto la bandera de la verdad.
Apreciado joven, la verdad no siempre es apreciada, pero siempre hemos de proclamarla. El salmista dice que @Dios nos ha dado la verdad como una bandera que hemos de portar con orgullo y plantarla donde estemos. ¿Adónde llevarás la verdad hoy?