El valle de sombra de muerte
«Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo». Salmo 23: 4, RV95
La geografía en Israel es agreste y presenta un cuadro sobrecogedor. Grandes distancias desérticas, altas cumbres de roca, desfiladeros profundos, valles rodeados de altas formaciones rocosas. Moverse de un lado a otro guiando grandes rebaños suponía todo un peligro. Había que tomar caminos y desfiladeros profundos rodeados de grandes paredes rocosas. Eran caminos oscuros donde el inclemente sol no alcanzaba a iluminar con sus rayos ni siquiera al mediodía. Las ovejas debían transitar por estos lugares para poder llegar a sitios donde pudieran pastar o conseguir agua. Dependiendo de la estación del año, a veces se internaban en estos profundos valles para aprovechar los pastos que se conservaban en el sitio y para beber de las aguas que se acumulaban allí.
Al final de las estaciones, cuando las colinas nuevamente se llenaban de pasto, era necesario atravesar estos valles oscuros y tenebrosos para llegar a las zonas con comida. Los pastores llamaban a estos desfiladeros «valles de sombra de muerte», porque en las lúgubres cuevas se escondían animales salvajes que atacaban a las ovejas desprevenidas y débiles. También esos sitios se convertían en escondites efectivos para maleantes que asaltaban a los temerosos caminantes con el fin de robarles y, muchas veces, matarlos. Pero el «valle de sombra de muerte» que tú y yo enfrentamos cada día no es un lugar físico. Hoy son experiencias y situaciones que se nos presentan. ¿Qué hacer cuando un cáncer amenaza la vida? ¿Qué hacer cuando la muerte parece ineludible? David dice que la presencia del Señor nos ayudará a vivir sin temor.
Nota que Dios en ningún lugar de las Escrituras promete que no atravesaremos el valle de sombra de muerte. Vivimos en un mundo de pecado donde la muerte es el fin de todos los seres humanos, donde incluso a personas justas y buenas les suceden catástrofes. Por eso, Dios nos ofrece su presencia, nos da la seguridad de que incluso cuando estemos en el punto más bajo de la depresión, cuando experimentemos la soledad más abyecta, él estará contigo, él estará conmigo.
Hoy, mi estimado joven y mi apreciada señorita, te invito a encarar la vida con nuevos bríos, con la confianza y la seguridad de que @Dios está a tu lado y, por lo tanto, no hay nada que temer.
