El primer piloto kamikaze
“Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguien tuviera el valor de morir por el bueno. Pero Dios muestrasu amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:7, 8, RVR 95).
¿Por qué morirías? Qué pregunta. No nos gusta pensar en morir. La mayoría de nosotros tiene un fuerte sentido de autopreservación, algo en nuestro interior que nos impide causarnos daño a sabiendas. ¿Morirías por Dios? Si eso salvara la vida de tus padres o por tu hermano o hermana, ¿morirías por ellos? ¿O por un amigo?
¿Irías de buena gana a la guerra por tu país si supieras sin duda que te costaría la vida? El 21 de octubre de 1944, el primer piloto kamikaze japonés estrelló su avión Zero contra un barco australiano en el Pacífico. Fue una prueba, y funcionó. Cuatro días después, decenas de pilotos kamikaze atacaron una flota de barcos en las Filipinas. El escuadrón kamikaze en esta batalla estaba compuesto por 24 pilotos voluntarios. El primer barco estadounidense atacado fue un portaaviones de escolta llamado St. Lo. Se hundió en menos de una hora y murieron cien estadounidenses. Trágicamente, más de 5.000 pilotos kamikaze japoneses murieron en la batalla del golfo ese día, derribando 34 barcos y llevando consigo muchas vidas norteamericanas.
Estos pilotos solo tenían una misión: bombardear en picada a los barcos aliados para destruir el mayor número posible de enemigos. Era el final de la guerra. Los aliados eran cada vez más fuertes y los japoneses estaban desesperados. Motoharu Okamura, un capitán de la marina japonesa, dijo: “Creo firmemente que la única manera de inclinar la guerra a nuestro favor es recurrir a los ataques en picada con nuestros aviones.
Habrá más que suficientes voluntarios para esta oportunidad de salvar nuestro país”.
La gran controversia entre el bien y el mal ha sido furiosa durante miles de años pero, cuando Jesús murió, Satanás sabía que había perdido la batalla.
Así como los pilotos kamikazes, Satanás espera que una última resistencia contra Dios pueda inclinar la batalla a su favor. Utilizará todo lo que pueda para apartar nuestra mente de Dios. La computadora, la televisión, el celular, la música, los deportes, incluso nuestros amigos, todo es divertido pero, si nos aleja de Dios, entonces es como los ataques kamikaze de los aviones de guerra japoneses. Por eso, evitemos distraernos, y centrémonos en Jesús y en el hecho de que él ya ha ganado la batalla entre el bien y el mal.
