El león y el ratón
“El Señor no soporta a los orgullosos; tarde o temprano tendrán su castigo” (Proverbios 16:5, DHH).
Cuenta una fábula que había un león que se encontraba descansando en la selva. Era un día caluroso y él solo deseaba dormir. Cuando se durmió profundamente, llegó un ratón haciendo mucho ruido. El león ni siquiera se perturbó por su presencia, así que el travieso ratón comenzó a subir por su nariz. Esto hizo que el león se despertara de muy mal humor. Empezó a gruñir, atrapó al ratón, y se preparó para comerlo.
–¡Perdóname! –suplicó el pobre ratón–. Por favor, déjame ir y algún día seguramente te lo pagaré.
Al león le resultó gracioso pensar que un ratón podría alguna vez ayudarlo. ¡Ayudarlo a él, el rey de la selva!
En su mente lo menospreciaba por ser pequeño y frágil. Pero fue generoso y finalmente lo liberó.
Algunos días más tarde, mientras caminaba por el bosque, el león quedó atrapado en la red de un cazador.
Era incapaz de liberarse y rugió fuertemente pidiendo ayuda. El ratón reconoció la voz y acudió rápidamente al lugar. Mordió una de las cuerdas que ataban al león, y así lo liberó de la trampa. ¡Cuán diferente pensaba ahora el león sobre el ratón!
Querido amiguito, es muy común que nos sintamos como el león. Algunos logros aquí o allá hacen que creamos que somos mejores que los demás y, al inflarse nuestro ego, tendemos a despreciar a los que creemos que son más débiles que nosotros. Quiero decirte que te pierdes mucho por no intentar por lo menos ser amistoso con los más débiles. Así como el león, te llevarías una sorpresa si lo intentaras.
¿Cómo se les llama a las personas que se creen más que los demás? Orgullosos o soberbios. Y ¿sabes qué piensa Dios de ellos? Vuelve a leer el versículo de hoy. Eso mismo: ¡El Señor no los soporta! ¡Qué cosa más fea es contar con el desagrado de Dios! Ojalá nunca ocupemos el lugar de los orgullosos y los soberbios.
¿Y sabes qué es lo opuesto al orgullo? La humildad. Alguien humilde no se cree mejor que nadie. Es amigo de todos y valora a todos. Y eso es lo que Dios desea ver en ti. Tú puedes ser una luz en este mundo y marcar la diferencia al ser humilde. ¿Te animas a aceptar el desafío? Pídele hoy en oración a Dios que te dé humildad. Y, ten por seguro, ¡él lo hará!
Gabriela