Matutina para Jóvenes, Lunes 22 de Marzo de 2021

Matutina para Jóvenes, Lunes 22 de Marzo de 2021

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¿Dónde está tu hermano?

“El Señor le preguntó a Caín: –¿Dónde está tu hermano Abel? –No lo sé –respondió–. ¿Acaso soy yo el que debe cuidar a mi hermano?” (Gén. 4:9, NVI).

Si tienes hermanos, probablemente recuerdes tus peleas con ellos. A veces eran efímeras y a veces tenían consecuencias que duraban días. Pero muchas veces sacaban lo peor de nosotros. Quizás hoy aún lo sigan haciendo.

Con la entrada del pecado, estos rasgos se vieron manifestados de forma temprana en el primer par de hermanos. Así se cumplía la promesa de enemistad entre la serpiente y la simiente de la mujer.

Caín y Abel habían sido puestos a prueba, como sus padres lo fueran tiempo atrás. “Además de [sacrificar las primicias del ganado] debían presentar ante el Señor, como ofrenda de agradecimiento, los primeros frutos de la tierra” (Patriarcas y profetas, p. 58). Y Caín, a diferencia de su hermano, obedeció solo parcialmente la orden.

La pregunta que Dios le hace a Caín es posterior al asesinato. Adán y Eva se escondieron cuando desobedecieron, pero Caín parecía ser más temerario. Cuando Dios le preguntó dónde estaba su hermano, además de mentir con su respuesta, hizo una pregunta llena de sarcasmo. ¿Cómo se atrevía a dirigirse a Dios de esa manera?

Pero, en su tono de voz no solo había burla y desdén, sino también en su frase notamos la motivación subyacente de su accionar. La obediencia de Caín había sido por obras, como por un deber impuesto que él no quería cumplir plenamente.

La obediencia de Abel había sido por fe, con gratitud por aquello que representaba su ofrenda y con un accionar justo ante los ojos de Dios.

Quizás hoy no estemos pensando en matar a nuestros hermanos, pero cada vez que nuestra forma de actuar va en contra de los principios divinos; cada vez que obedecemos a Dios de forma reticente, más por deber que por amor, más por obras que por fe, caemos en el mismo gravísimo error en que cayó Caín aquel día.

Aunque podemos sentirnos lejos de parecernos a él, hoy podemos evaluar nuestras acciones y motivaciones, y ver si realmente somos tan diferentes.

En un mismo día podemos mostrar actitudes similares a las que tuvieron estos dos hermanos.

Y ojalá, aunque sabemos que nuestra salvación es personal y por fe, no descuidemos la salvación de nuestros hermanos y velemos por ellos también. Pero asegurémonos de que lo estamos haciendo por gratitud y fe, como lo hizo Abel, no por obras ni para gloriarnos.

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