La masacre de Jonestown
“Así que, hermanos, yo les ruego, por las misericordias de Dios, que se presenten ustedes mismos como un sacrificio vivo, santo y agradablea Dios. ¡Así es como se debe adorar a Dios!” (Romanos12:1, RVC).
El 18 de noviembre de 1978, ocurrió uno de los mayores suicidios en masa de la historia. Sin embargo, el testimonio de los testigos que escaparon de aquel recinto en la selva minutos antes de que todos murieran cuenta otra historia. Ahora podemos decir con seguridad que se trata de un caso de asesinato en masa, no de suicidio; y Jim Jones, líder del Templo del Pueblo, fue el autor intelectual de la tragedia. Dirigió a sus seguidores en un asesinato-suicidio en masa en su comuna en Guyana, exigiendo que todos tomaran una bebida de frutas mezclada con cianuro. Los pocos miembros de la secta que se negaron fueron obligados a beberla a punta de pistola o les dispararon mientras huían. La cifra final de muertos fue de 913, incluidos 276 niños.
Jim Jones, un líder muy carismático, fundó el Templo del Pueblo en Indianápolis, Indiana, en la década de 1950. En 1965, trasladó el grupo al norte de California, y se instalaron primero en Ukiah y, luego, en San Francisco. En la década de 1970, su iglesia fue acusada por la prensa de fraude financiero, abuso físico de sus miembros y maltrato de menores. En respuesta a las crecientes críticas, Jones llevó a varios cientos de sus seguidores a Sudamérica en 1977. Allí, en la selva de Guyana, estableció un asentamiento al que llamó Jonestown. Un año después, un grupo de antiguos miembros convenció al congresista estadounidense Leo Ryan de que viajara a Jonestown e investigara la comuna; y el 17 de noviembre de 1978, Ryan llegó con un grupo de periodistas y otros observadores.
Al principio de la visita, todo estuvo bien; pero, al día siguiente, cuando el grupo de Ryan estaba a punto de marcharse, varios miembros del Templo del Pueblo se acercaron a ellos y les pidieron ayuda para salir de Guyana. Jones se angustió al ver que sus miembros querían marcharse y uno de sus lugartenientes atacó al congresista con un cuchillo. Ryan escapó ileso, pero Jones ordenó entonces una emboscada para él y sus compañeros, y los hizo matar en la pista de aterrizaje cuando intentaban subir a sus aviones chárter. Jones dirigió inmediatamente a sus seguidores en el suicidio masivo mientras les predicaba por última vez sobre “la belleza de morir”.
Puede que algún día tengamos que dar nuestra vida por Jesús, pero él no nos pide que la tomemos nosotros mismos. Él prefiere que, cada día, nos convirtamos en sacrificios vivos, testigos de lo que él ha hecho por nosotros.