¿Eres agradecido con Dios?
“Daré gracias al Señor con todo mi corazón; todas tus maravillas contaré” (Salmo 9:1, NBLA).
¿Dedicas tiempo a agradecer cuando oras? ¡Esto es algo que muchas veces olvidamos! El vivir con un corazón lleno de gratitud te hace un niño cristiano más bondadoso y menos envidioso de lo que tienen tus amigos o compañeros, ya que estás conforme con lo que eres y tienes. A la vez, no necesitas mostrarte superior por nada, ya que sabes bien que todo lo que posees y eres es gracias al amor de Dios por ti y tu familia. La gratitud hace que seas más humilde, sincero y honesto ante Jesús y los demás.
Conozco muchos niños que no agradecen a Dios ni a nadie por lo que tienen; creen que merecen tenerlo todo y exigen a sus padres más cosas. Esos padres trabajan horas extras para complacer a un hijo desagradecido que no valora nada ni es feliz. Si tan solo estos niños pudieran abrir sus ojos de manera divina y ver cómo los ángeles están constantemente tratando de protegerlos, de cuidarlos, de alejarlos de las tentaciones; quizás estos niños tendrían un corazón más agradecido al ver tanto amor del cielo.
¿Cómo te has sentido cuando has hecho algo por un amigo o tu familia, quizás algo que no fue fácil, y no te agradecieron, o incluso se quejaron de que no hiciste lo suficiente? Ese sentimiento que viviste es la tristeza que debe sentir Jesús. Él ha hecho tanto por nosotros, al punto de dar su vida, y muchos lo niegan, se quejan y le reclaman cosas. La gratitud es una virtud que Dios puso en nosotros. Un corazón agradecido glorifica y alaba a Dios, reconoce su bondad; refleja obediencia a él, trae gozo, paz y bendiciones; y más que nada te acerca a Jesús.
Por lo tanto, te sugiero que cada día, al despertar, intentes que lo primero que se te venga a la mente sea agradecer a Dios por lo que eres y tienes.
Busca una libreta y en ella escribe cinco cosas por las que sientas gratitud en tu corazón diariamente. Intenta que no se repitan, aunque por algunas de ellas uno nunca se cansa de agradecer. No dejes pasar ni un día sin agradecer a Jesús; crea este hábito, un hábito que te hará más noble y saludable.
Agradece cada día a Dios por haberte elegido para ser diferente, por bendecirte y llevarte al cielo. Realmente, ¡eres un niño privilegiado!
Nina