“Esperando un tiempo oportuno”
“Cuando acabó toda tentación el diablo, se apartó de él por un tiempo” (Lucas 4:13).
Después de haber sido objeto de una aplastante derrota en el desierto de la tentación, uno esperaría que el diablo no buscara una nueva confrontación con Jesús. Pero sabemos que ese no fue el caso porque, como nos dice nuestro texto de hoy, el diablo se apartó de él solo “por un tiempo”.
La Biblia de las Américas lo traduce así: “Cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se alejó de él esperando un tiempo oportuno”. ¡Conque así trabaja el diablo! ¡Con razón tiene tanto éxito! ¿Y cuál fue ese “tiempo oportuno” en el caso del Señor Jesús? Probablemente, siempre que era conveniente, porque la vida de Cristo “fue una larga lucha contra las potestades de las tinieblas” (El Deseado de todas las gentes, p. 52).
Hay para nosotros varias lecciones aquí. La primera es que el diablo nunca se da por vencido. Cuando creemos que por fin nos dejará tranquilos, entonces regresa, incluso con más fuerza, con tal de vencernos. Así tentó a nuestro Señor, y así se propone hacernos caer a ti y a mí. Por esta razón, la Escritura claramente nos exhorta a mantenernos atentos, porque el diablo “anda como un león rugiente, buscando a quien devorar” (1 Ped. 5:8, RVC). Y ya sabemos cómo ataca el león. No se apresura. Solo está a la espera “del tiempo oportuno”.
La segunda cosa que debemos recordar es que nuestro Señor fue tentado en todo, según nuestra semejanza, pero sin pecado. Por haber sido tentado en todo, Jesús puede entendernos cuando tú y yo somos tentados. Esta es la razón por la cual podemos acercarnos “confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb. 4:15).
Lo que esto significa es que, si ahora mismo estás luchando contra una gran tentación, no tienes por qué enfrentarla con tus fuerzas. De tu parte está un poderoso Salvador que ya venció al enemigo en todos los terrenos, y que ahora anhela darte la victoria sobre esa tentación, cualquiera sea.
Finalmente, recuerda que el enemigo al que estás enfrentando, no solo sabe cómo atacarte, sino también cuándo. Si no te está tentando ahora, lo hará en un tiempo oportuno. No necesita, por lo tanto, que le des tu ayuda al colocarte en terreno enemigo. Bien lo dijo Thomas Fuller: “Si no quieres negociar con el diablo, mantente lejos de su tienda”.
Gracias, Jesús, porque, aunque fuiste tentado, no pecaste. Hoy, por la fe, me apropio de esa victoria, y con el poder de tu Santo Espíritu resuelvo mantenerme lejos de la tentación.
El Señor es nuestro ayudador, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones, por tanto no temeré las amenazas del león. Gloria a Dios-