Yo te amo
“Hace tiempo el Señor le dijo a Israel: ‘Yo te he amado, pueblo mío, con un amor eterno. Con amor inagotable te acerqué a mí’ ” (Jer. 31:3, NTV).
Patrick Carter creció en Carolina del Sur, en los Estados Unidos. Aunque asistía a la iglesia y tenía un conocimiento teórico acerca de Dios, sentía que su vida carecía de valor y propósito. Al luchar con sentimientos de inferioridad y depresión, Patrick comenzó a consumir drogas. En un momento, su depresión fue tan grave que decidió suicidarse. Había comprado una póliza de seguro de vida, pero sabía que su familia no recibiría nada si él se suicidaba durante los primeros dos años. Así que Patrick esperó, y planeó suicidarse exactamente un día después de que se cumplieran los dos años. Una tarde, estaba sentado en las escaleras de una iglesia, planeando cómo hacer para que un automóvil lo atropellara. Un pensamiento negativo y repetitivo lo perseguía: Dios nunca hizo nada por ti. Él ya debería haberte ayudado.
Como los padres de Patrick habían fallecido cuando él era solo un niño (ambos en un plazo de diez días), era fácil creer que Dios lo había abandonado. Sin embargo, en ese preciso momento, Patrick escuchó tres palabras: “Yo te amo”. “Cuando oí esas palabras, me di vuelta para ver quién me hablaba, pero no había nadie allí”, me dijo Patrick una tarde, mientras me contaba su historia. “Entonces, me di vuelta nuevamente, pensando que me estaba volviendo loco, y oí las palabras otra vez: ‘Yo te amo’. Pregunté: ‘¿Jesús, eres tú?’ Entonces oí las palabras una tercera vez: ‘Yo te amo’. En ese momento, mi vida cambió”.
Patrick regresó a su casa y le preguntó a Dios qué debía hacer con su vida. Dios lo llamó al ministerio, pero él estaba estudiando Informática y no le interesaba la idea. “Si realmente eres tú, envía a alguien que me diga que debería convertirme en pastor”, oró él. Uno días después, un amigo se acercó para decirle exactamente eso. Aceptó el llamado, fue a la universidad para estudiar Teología y hoy hace más de quince años que sirve como pastor. “Es a través de la obediencia [al llamado de Dios] que encontramos nuestro propósito en la vida. A veces la gente intenta encontrar su propósito en un trabajo, en una relación o en cuántos “Me gusta” tienen en las redes sociales. Pero lo que importa no es la cantidad de seguidores que tienes o a cuánta gente le caes bien, sino a quién sigues. Debes seguir y obedecer a Dios”.
Señor, te agradezco por tu amor eterno e inagotable, que le da propósito y sentido a mi vida.