Sábado 26 de Noviembre de 2022 | Matutina para Jóvenes | Onésimo

Sábado 26 de Noviembre de 2022 | Matutina para Jóvenes | Onésimo

Onésimo

«Pues hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo hombre». 1 Timoteo 2: 5

La epístola a Filemón es una carta personal y corta que Pablo escribe desde su celda en la cárcel de Roma para un cristiano llamado Filemón que vivía en Colosas. Esta carta es muy especial, pues Pablo habla no como un teólogo, sino como padre, pastor o consejero. Los protagonistas del relato son Filemón, cuyo nombre significa «cariñoso».

Él tenía muchos recursos e influencias y un carácter muy cristiano. Era muy hospitalario y practicaba la beneficencia. Pablo lo ganó para Cristo. En segundo lugar tenemos a Onésimo, cuyo nombre significa «útil». Era un esclavo propiedad de Filemón. En tercer lugar está Pablo, el apóstol preso en Roma. Onésimo no hacía honor a su nombre, Pablo dice que había sido «inútil» (Filemón 1: 11), quizás era un esclavo torpe o malcriado. Lo cierto es que Onésimo se cansó de servir, quiso ser independiente, traicionó a su amo y le robó para costear el viaje. Cuando llegó a Roma ya casi no tenía dinero, se sentía arrepentido y con deseos de regresar, pero tuvo miedo, porque era fugitivo, ladrón y estaba condenando a muerte.

Probablemente había visto a Pablo en casa de Filemón y, al saber de labios de los cristianos que él estaba preso en Roma, decidió verlo para recibir ayuda espiritual de su parte. Onésimo fue bien recibido por Pablo, así que sintió el deseo de ayudar al anciano apóstol y, mientras le servía, conoció el evangelio y se convirtió (Filemón 1: 10, 11). Pasado un tiempo, Onésimo, siendo ya cristiano, entendió que debía regresar y sabía el resultado de su conducta. Es allí cuando Pablo se ofreció a ayudarlo. «Yo seré tú mediador, tu intercesor, tu garante», le dijo el apóstol. Por eso, Pablo escribió una carta para Filemón, la envió con Tíquico y, de una vez, envió a Onésimo de regreso.

Este precioso relato ilustra el plan de salvación. Somos pecadores fugitivos, pecadores ladrones, condenados a muerte (Romanos 6: 23).

Por nuestra cuenta no podemos hacer nada para salvarnos. Necesitamos un intercesor, uno que sea amigo del amo, que esté en relación con él, que se ofrezca como garantía, que nos recomiende y pague nuestra deuda. Ese es @Jesús, el Salvador. Él te dice hoy: «Yo seré tu mediador ante el Padre».

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