Enoc
Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque lo llevó Dios. Génesis 5:24, RV95
El capítulo 5 de Génesis trata de la genealogía de Set. Como aprendimos ayer, nos estamos refiriendo a las personas fieles a Dios. Si lees el capítulo, pronto descubrirás una fórmula que se repite ocho veces. La verdad que es un poco aburrida, y también triste. Por ejemplo: “Así todos los días de Set fueron novecientos doce años, y murió. […] Así, todos los días de Enós fueron novecientos cinco años, y murió” (Gén. 5:8, 11, RV95). Y así sucesivamente; solo cambia el nombre de quien murió.
Sin embargo, esas palabras repetitivas desaparecen en los versículos 21 al 24, donde se menciona a Enoc. Él no murió, ¡aún vive! Esa sección representa una ventana no solo en el capítulo, sino también en la historia de la humanidad. Esa ventana trae luz y esperanza: nos recuerda que no fuimos creados para morir, sino para vivir. Que así como Enoc, tú y yo podemos entrar en el Reino de los cielos.
Enoc desapareció porque era amigo de Dios y hablaba con él todo el tiempo. Enoc disfrutaba de obedecer a Dios. En esta Tierra, Enoc vivió 365 años, pero a los 65, cuando se convirtió en padre de Matusalén, intensificó su amistad con Dios, y los siguientes 300 años estuvo más cerca de Dios que nunca. Qué interesante que cuando Set y Enoc se convirtieron en padres de Enós y Matusalén respectivamente, buscaron a Dios como nunca antes.
El mensaje central de Génesis 5 no es de muerte, sino de vida. Así como en el Nuevo Testamento Lázaro es muy importante porque nos recuerda la verdad de la resurrección de los muertos en Cristo, Enoc es muy valioso en el Antiguo Testamento porque nos muestra nuestro destino cuando aceptamos a Jesús como nuestro Salvador y Amigo.
Jesús vino a vencer la muerte. Cuando Jesús vuelva por segunda vez nos encontraremos con amigos y familiares que hoy están en la tumba, pues Dios les devolverá la vida. ¡Estas son buenas noticias!