“Te afirmaré y te cimentaré”
«¡Mira tú, ciudad afligida, atormentada y sin consuelo! ¡Te afirmaré con turquesas, y te cimentaré con zafiros! » (Isaías 54:11, NVI).
Hasta ese momento había conocido Seattle, una hermosa metrópoli situada en la costa noroeste del Pacífico estadounidense, como un lugar innovador y como el centro de operaciones de dos gigantes de nuestro tiempo: Microsoft y Amazon. Sin embargo, mi perspectiva de esa hermosa ciudad cambió cuando leí un artículo publicado en American Way, una revista que siempre se encuentra frente al asiento de cada pasajero de American Airlines. En el artículo se mencionaban diferentes aspectos que caracterizan a la ciudad, lugares imprescindibles para cualquier visitante, su diversidad gastronómica y, además, que se la denomina la Ciudad Esmeralda. Cuando comencé a leer pensé que este apelativo se debía a que la ciudad tenía algún yacimiento importante de esa preciosa piedra, como lo tiene Colombia, que es el principal productor de esmeraldas del mundo; pero la llaman así porque cuando uno la observa desde el aire, percibe que la ciudad es como una alfombra de color verde esmeralda, gracias a su gran vegetación.
En la Biblia, la esmeralda aparece en varias ocasiones. Esta piedra preciosa ocupaba el primer puesto en la segunda hilera del pectoral del sumo sacerdote (ver Éxo. 28:18; 39:11). Hablando del rey de Tiro como un representante de Lucifer, el profeta Ezequiel lo describe como vestido de esmeralda (ver Eze. 28:13). También el arcoíris que rodea el trono de Dios es semejante en su apariencia a la esmeralda» (Apoc. 4:3). Juan agrega que la nueva Jerusalén tendrá un cimiento de esmeralda (ver Apoc. 21:19). ¡Esta sí que será la Ciudad Esmeralda!
El origen de esta imagen, la de una ciudad cimentada sobre piedras preciosas, se remonta a la promesa que aparece en el libro de Isaías: «¡Mira tú, ciudad afligida, atormentada y sin consuelo! jTe afirmaré con turquesas, y te cimentaré con zafiros!” (Isa. 54:11, NVI). Las turquesas aluden a piedras que eran verdes como la esmeralda, y en la antigüedad los términos eran intercambiables (de hecho, en las diversas traducciones de la Biblia se usan ambas palabras para traducir el mismo término original).
Lo maravilloso de esta promesa de Isaías es que nos garantiza que si uno de nosotros se siente abatido, zarandeado, desconsolado… ¡Dios mismo nos afirmará sobre un fundamento sólido y precioso!
Quizás alguno de nosotros no tenga la posibilidad de visitar Seattle: sin embargo, todos tenemos la oportunidad de pasar el resto de la eternidad en la nueva Jerusalén, una metrópoli que verdaderamente será la Ciudad Esmeralda.
Amén, que hermosa promesa
Esa es nuestra esperanza 🙌🏼