El temor de Isaac en la vida de Jacob
Si el Dios de mi padre, Dios de Abraham y temor de Isaac, no estuviera conmigo, de cierto me enviarías ahora con las manos vacías; pero Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y te reprendió anoche. Génesis 31:42.
Después de que Labán había buscado vigorosamente sus ídolos familiares sin éxito, dio oportunidad a Jacob de presentar su queja. Este hizo una síntesis del abuso laboral de parte de su suegro: le cobraba los animales arrebatados por las fieras, lo cual era contrario a las leyes de entonces, y veinte años arduos de servicio con diez recortes en el salario en vez del justo aumento.
Dios ve la injusticia a la que sus hijos son sometidos y puede convertir nuestro dolor, pruebas, sufrimientos y humillaciones en victorias. “Solo tenemos que vivir un día a la vez, y si nos familiarizamos con Dios, él nos dará fortaleza para lo que vendrá mañana, gracia suficiente para cada día, y cada día encontrará sus propias victorias, tal como encuentra sus pruebas. Tendremos con nosotros el poder del Altísimo: porque estaremos revestidos con la armadura de la justicia de Cristo. Tenemos el mismo Dios que ha obrado a favor de su pueblo en las edades pasadas. Jesús está a nuestro lado, ¿vacilaremos? De ninguna manera» (RH, 29 de abril de 1890).
La fe de Isaac y su temor a Dios fueron un modelo para su hijo Jacob. Había visto cómo, sin hacer uso de la fuerza, su padre había vencido enemigos y superado obstáculos. Su fidelidad y obediencia a Dios bajo cualquier circunstancia eran un constante recordativo de lo que significaba ser hijo de Dios. “Isaac todavía vivía y practicaba ‘el temor» de Dios. El uso de esta expresión […] sugiere la profunda impresión que recibió Jacob por la dedicación con la cual Isaac practicaba su religión” (1CBA. p. 413).
Se necesitan padres y madres que sean modelos de piedad y obediencia a Dios para sus hijos, padres y madres que por precepto y por ejemplo instruyan a sus hijos por el camino del temor reverente a Dios. Cuando vivan sus propios conflictos, sus propias pruebas, recordarán el modelo recibido y, como Jacob, reconocerán que el temor a Dios de sus progenitores los alcanza y recompensa.
Hermoso
Amén, padre haz de mi una madre que te ame. Y te obedezca y practique el temor a ti. Y que mi hijo y su descendencia sean atraídos a ti, que tu presencia y bendición, nos acompañen y vayan siembre al frente nuestro. Amén