Pareja
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Génesis 1:27.
Hemos de retroceder a Génesis1 para comprender la esencia de la pareja. Allí, con un estilo poético, se nos recuerda quién creó al ser humano y cómo lo hizo. El ser humano (mejor esta expresión porque no tiene confusión de género) fue creado por Dios. No indica que fuera otro proceso generativo: Dios, personalmente, creó al ser humano. No hay azar como en la Evolución, ni interés de servicio como en las religiones cananeas, ni molestia como en la religión griega. Hay paternidad. “A su imagen” implica la misma similitud que la genética nos presenta al ver a un recién nacido. Crear semejanzas es proyectarse. Cuando creamos productos, nos proyectamos solo nosotros. Cuando creamos vida, proyectamos vida.
Es muy curioso, porque esta expresión, “a su imagen”, se repite. Es normal que, en la poesía hebrea, haya paralelismos. En el paralelismo sinonímico una expresión dice lo mismo que la anterior. Pero aquí no solo dice lo mismo sino también es lo mismo. ¿Por qué insiste Moisés en que el autor es Dios y que se parecen a él? Porque quiere, explícitamente, dejar en claro nuestro origen. No debe haber duda de que somos un proyecto de Dios, que él ha planificado con sumo detalle y cariño.
El poema, además, cómo se compone el ser humano: de lo masculino y lo femenino. Las traducciones de los términos hebreos como “varón” y “hembra” son claramente machistas, porque el complementario de “varón” (una palabra con connotación de persona) es “dama”, y el complementario de “hembra” (una palabra con connotación de animal) es “macho”. Pero las palabras bíblicas hacen referencia al género sin connotaciones añadidas. Por eso sería bueno decir que el ser humano es la suma de lo masculino y lo femenino La fórmula sería: Ser Humano = Masculino + Femenino.
Entonces, la plenitud de la persona se da en pareja. Hemos sido diseñados para vivir de a dos. La similitud (no había igual entre los animales para Adán hasta que se encontró con Eva) y la complementariedad (Adán y Eva son suma, no accesorios el uno del otro) nos sitúan en una plataforma de compañerismo, de apoyo mutuo.
¿Por qué en poesía? Porque hablamos de una de las creaciones más bellas de Dios: la pareja. En pareja crecemos, en pareja comprendemos, en pareja proyectamos y en pareja generamos un carácter idóneo para volver al Edén. No es poca cosa; y es, además, cosa de ambos. No dejemos que la presión social nos confunda, recordemos a quién somos similares. A él también le gustan las cosas de a dos.