La carta
“Le alabaré aunque no florezcan las higueras ni den fruto los viñedos y los olivares; aunque los campos no den su cosecha; aunque se acaben los rebaños de ovejas y no haya reses en los establos” (Habacuc 3:17, 18).
Frente a Hudson estaba la carta que había comenzado a escribir para su hermana Amelia. Esta historia es de una época en la que no existían medios virtuales para enviar instantáneamente mensajes a las personas.
Hudson Taylor era un joven misionero en China. Había tanto que contarle a su hermana… Y no eran buenas noticias: (1) muchos chinos se estaban muriendo de hambre; (2) tenía poco dinero; (3) a los otros misioneros no les gustaba el hecho de que se vistiera como los chinos, con cabello largo y trenzas; y (4) otras dificultades.
¡Cuántas razones para estar triste! Pero los ojos de Hudson se detuvieron en la Biblia, donde pudo leer textos como Romanos 8:38 y 39: “Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: […] ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!” Para Hudson Taylor, esto era más que suficiente para no desanimarse. Entonces, en lugar de informar los problemas en la carta a su hermana, decidió concentrarse en las bendiciones de su misión en China. Así es como deberíamos actuar también.
La vida tiene cosas buenas y malas. Si fijamos nuestros ojos en las buenas, tendremos una mejor actitud y seremos más felices. Permite que Dios llene tu corazón de gratitud por todo lo bueno que te ha sucedido. Así, las “cartas” que escribirás a los demás siempre transmitirán un mensaje de amor y felicidad.