“Renovarán sus fuerzas”
“Los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas” (Isaías 40:31, NVI).
En la década de 1850, Chicago se convirtió en una de las ciudades más importantes de los Estados Unidos. Su desarrollo en minería, su impresionante ferrocarril y muchas cosas más, la convirtieron en una megápolis a la que llegaban unos cien mil inmigrantes cada año. Pero cuando la ciudad disfrutaba de uno de sus momentos más esplendorosos, la catástrofe la tomó por sorpresa. El 8 de octubre de 1871, un fuego aprovechó el viento como combustible y la arrasó por completo. Dice Karen Sawislak que el incendio se mantuvo durante treinta y seis horas, destruyó el corazón de Chicago, consumió más de dieciocho mil edificios y unas trescientas mil personas quedaron sin hogar.⁴³ La ciudad quedó hecha añicos.
¿Y qué pasó después? Comenzaron a llegar donaciones de todas partes, y en lugar de lloros y lamentos, el proceso de reconstrucción hizo que Chicago emergiera de las cenizas como si fuera el ave Fénix de la mitología griega, y se convirtiera en líder del desarrollo urbanístico y arquitectónico de los Estados Unidos. Tanto es así que, en 1885, Chicago inauguró el primer rascacielos del mundo, el Home Insurance Building, ¡con diez plantas! El fuego sacó a la luz una mejor versión de los habitantes de la ciudad de los vientos.
¿No podría pasar lo mismo con cada uno de nosotros? Nuestra vida siempre será sacudida por situaciones que arrojarán por la borda nuestros más acariciados sueños y nuestros logros más preciados. En cualquier momento puede llegar un fuego que consuma lo que nos resulta valioso e inestimable. Jesús nos advirtió que el mundo sería un escenario de permanente aflicción, y que lo más sabio que podemos hacer es confiar en él (ver Juan 16:33).
En realidad, en lugar de llevarnos a la incredulidad, las pruebas, que como llamas ardientes llegan a nosotros, constituyen una eficaz herramienta para que confiemos en Dios y para que templemos el alma ante las encrucijadas de nuestra existencia. Dice Isaías que “los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas” (Isa. 40:31, NVI).
La fe en Dios es ese motor que nos empuja a continuar firmes cuando todo arde. El vocablo hebreo lehajlif, traducido como “renovar”, significa también “fortalecer, retoñar, cambiar”. La confianza en Dios transformará nuestra debilidad en una gran fortaleza, y hará que salga a relucir la mejor versión de nosotros.
43 Karen Sawislak, “Fire of 1871”, The Electronic Encyclopedia of Chicago (2005), p. 1.740.
